Opinión
Otoño
Me gusta disfrutar de las fiestas de esta época sean propias o compartidas, iba a decir copiadas, pero suena feo y no es del todo cierto
Ya llevamos unos días inmersos en el otoño, si bien por estos lares no se nota una gran diferencia climática, a ver se nota el fresquito, pero no tenemos una gran transición significativa como pueden tener en el norte de España y en otros países « ... más arriba» del ecuador.
Sí que somos conscientes del cambio a través de las tradiciones, tales como los «to santos», las castañas, las granadas, los huesos de santo y las visitas a los cementerios el día de los difuntos, aunque creo que esto último no se está llevando tan a rajatabla últimamente, es impresión mía, quizá me equivoque. Me gusta disfrutar de las fiestas de esta época sean propias o compartidas, iba a decir copiadas, pero suena feo y no es del todo cierto. Puesto que, por ejemplo el Día de Muertos mexicano tiene su base en una mezcla de tradición precolombina con tradición cristiana católica.
Y en cuanto al «gringo» Halloween (contracción de All Hollows Eve o víspera de Todos los Santos en inglés) tiene su origen más reciente, como su nombre indica, en la víspera de Todos los Santos y, más tardío, en el Samhaim que es una fiesta pagana de origen celta que celebraba el fin de la cosecha, por lo tanto, la fiesta de Halloween fue importada desde Europa a Estados Unidos, donde ya la «pulieron» con su trick or treat o lo que es lo mismo, su truco o trato, y su Jack-O-Lantern relato de terror que da a lugar a la famosa decoración de las calabazas y las velas.
Así que lo mismo me como un hueso de santo que una galleta de jengibre en forma de sobrero de bruja, o disfruto de una «calaverita» composición literaria típica del Día de Muertos. Sin embargo, hay otras dos fiestas de esta época, que por lo visto son mundialmente famosas también y yo no tenía ni idea. Una de ellas es el Diwali o festival de las luces, que dura cinco días y es la festividad más importante de la India, podría decirse que es la equivalencia a la navidad para los cristianos.
Durante el otoño estrenan ropa, comparten dulces y regalos con la familia. Se limpia toda la casa y la adornan con luces y velas, el último día se reúnen familiares y amigos para comer y finalizan la celebración con fuegos artificiales, todo ello para honrar a los dioses y diosas. La otra fiesta de otoño que no conocía es el Loy Krathong celebrado en Tailandia que se celebra por noviembre, en esta fiesta se homenajea a la diosa Mae Kongkha, diosa hindú de las aguas, ya que el festival se celebra al final de la época de lluvias. En dicha festividad se hace flotar en ríos, lagos o estanques, una pequeña cesta, el krathong, con diversas ofrendas, monedas, flores, incienso…, para agradecer todo lo bueno que nos ha pasado y rezar para dejar atrás lo malo.
Algo así como quemar romero «para que salga lo malo y entre lo bueno», esta fiesta no tiene un origen claro, pero es tan bonita que realmente da un poco igual. Por consiguiente, podemos ver que las festividades de otoño son muy relevantes en las distintas culturas ya que están ligadas a la importancia de la recogida de las cosechas y el aprovisionamiento de todo tipo de alimentos para encarar el crudo invierno, pasando de una necesidad primigenia a una tradición de identidad cultural. Y como a mí me gustan las tradiciones de otoño, si tuviera más espacio en la columna de hoy, os pasaría la receta de «Los rosquitos de un huevo» que hacían mis antepasadas, con azúcar, leche, aceite y harina, y si se quería un poquito de matalahúva y nos pasaríamos la tarde friendo rosquitos y mojándolos en chocolate.