El levante

A mí que me dejen mi levante, que es como el primo cansino que toda familia tiene, pero al que todos adoran

Patricia GALLARDO

Cádiz

El levante, ese viento tan característico de nuestras costas, y que forma parte de la idiosincrasia de la zona, ¿por qué es Cádiz, Tarifa, Barbate… sin levante? Es amado y odiado a partes iguales. En una semana de levantera no puedes ir a la playa ... sin que se te llene la tortilla de patatas de arena y esta misma te exfolie la piel de manera involuntaria, el ruido constante en el oído puede llegar a ser irritante y afectar al ánimo de las personas, quién no ha dicho alguna vez: «¡Ojú ya saltó el levante!» cuando nos encontramos con alguien malhumorado sin razón o enfadado sin motivo aparente, o ese ambiente un poco más turbio porque la arena y otras motitas están suspensas en el aire, ¿o qué decir del calor que trae «el levante en calma»?

No obstante, yo le veo bastantes ventajas, aparte de que venga de lujo para los deportes acuáticos terminados en surf: Surf, Kitesurf, Windsurf, Bodysurf… y de la preciosa duna que se formó en Punta Paloma gracias a este viento. Cuando salta el levante se puede lavar mantas, ropa voluminosa y zapatillas de deporte (tenis para los de Cádiz) y el suelo de toda la casa, ya que se seca todo en un santiamén, por lo que aparte de cómodo, es ecológico (algo que choca a los guiris, sobre todo a los gringos que son muy de secadora), aunque según mi amiga Raquel se pierde antes el olor del suavizante y del friegasuelos. ¡Vaya por Dios! El levante te puede traer el olor a fritanga, pero también el olor a barbacoas, salitre, hierbas y flores. Te puede traer el ruido de ferias alocadas y fiestas desmadradas, pero también te trae la música de los grandes conciertos al aire libre. Muchas noches de verano me las paso en mi patio, que es muy «recogidito» y «combate» el levante, escuchando a Alejandro Sanz o Malú, por ejemplo, además de los grandes cantaores subidos a los tablaos flamencos que ponen en las plazas, y todo sin salir de casa en un día de levantera. Pero sobre todo, para mí el levante significa hogar, hace un tiempo por motivos laborales tuve que irme dos años a vivir fuera en unas circunstancias que despertaban mi melancolía, fue una época un tanto particular que me hizo sentir muy desubicada, echando de muchísimo de menos a mi familia, a mis vecinos…,viviendo, que no bebiendo, de otros vientos que no eran los «míos» como el Terral o el Cierzo, este último tan cansino, constante y fuerte (o quizás más) que el levante, pero frío, tan frío que no solo te enfría la nariz, las orejas, los dedos o los huesos, sino hasta el alma, o tal vez esa era mi sensación por estar lejos de casa, mis compañeros se burlaban de mí, el viento es solo viento, con más o menos fuerza, con más o menos humedad, ¡qué sabrán ellos! si nunca han vivido un «ojú ya saltó el levante» que como he dicho antes, que puede significar una ida de cabeza y sin embargo también puede inspirar al poeta. A mí que me dejen mi levante, que es como el primo cansino que toda familia tiene, pero al que todos adoran. Tan solo su nombre ya es precioso, tiene un toque romántico: «Levante», el que sopla desde donde se levanta el sol. Y si el levante es el primo «pesao», no me puedo olvidar del primo favorito, en este caso el poniente, otro romántico porque sopla desde donde se pone el sol, que suaviza las temperaturas, no es tan violento, al menos a mi parecer, y despeja el horizonte para hacer las delicias de los fotógrafos, es el favorito, sí, pero a mí me obliga a usar rebequita en verano, lo cual es una desventaja.

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