Opinión
La huella marca el camino hacia Brooklyn
Si un local cierra, otro debe tomar el relevo, algo que no pudo ser con los Mellis pero al menos no nos quedamos huérfanos en el gremio con La Teja y Laly
He de confesar que desde que vivo en la Isla ando un poco despistada con los negocios de Cádiz, así que cuando voy a pasear por allí de vez en cuando pretendo encontrarme con los de siempre, unas veces es posible y otras no, como ... ya sabemos emprender no es fácil y muy pocos se atreven a hacerlo, pero si emprender es difícil, lo es más establecerse, por eso da mucha alegría ver como los negocios marchan, se consolidan y lo que es más bonito, se les coge cariño y forman parte de la idiosincrasia y personalidad de la ciudad, haciendo que esta sea única, aunque a veces nos obliguen a cambiar ciertas cosas por cuestiones de fuerza mayor, como el caso del Menoc Donald como ya sabéis, que aunque ahora tiene otro nombre el suyo será siempre ese, al menos es como yo le sigo llamando como buena gaditana, si no que se lo digan a los que viven por los cuarteles de Varela. Y de hamburgueserías con solera me refiero de nuevo, en este caso a la mítica La Huella que anunciaba su cierre por jubilación, pero que yo no me terminaba de creer, si siempre ha estado ahí hombre, esas cosas no se hacen. Claro que todo el mundo tiene derecho a jubilarse y su dueño no iba a ser menos, por eso sentí un poco de pánico cuando pensé que ya no íbamos a disfrutar de sus especialidades, o por lo menos las que más me gustan a mí, que son sus ponty de pollo «empanao», sus alitas de pollo y por supuestísimo su sándwich de pollo (sin desmerecer el resto de la carta por supuesto), no obstante el pánico duró poco porque recordé que Lolo el de La huella, como conocen a Manuel Isaac, un antiguo trabajador de la misma, tomó el mando (junto a otros compañeros) de la antigua hamburguesería Brooklyn; La nueva Brooklyn, quiénes cuentan con su propia carta en la cual también se encuentran las especialidades de la afamada de la calle Plocia, por lo tanto manteniendo el espíritu y esencia de su antiguo lugar de referencia, y dándome la alegría de poder disfrutar de mis especialidades de pollo.
Aún recuerdo el choque, no sé cómo llamarlo, si gastronómico, cultural-provincial, o epifanía, cuando pedí un sándwich de pollo en Córdoba durante los años que viví allí, y me sirvieron algo que no tenía nada que ver con lo que yo conocía como sándwich de pollo, ojo que estaba bueno, no dejaba de ser una buena pechuga entre panes con lechuga y tomates frescos de calidad, pero no era como los que se servían en Cádiz, tan acostumbrados a ellos que no daba crédito que no se hicieran fuera de la capital, ¿dónde estaba la mayonesa, el huevo a la plancha o el jamón de york? ¡Y encima me faltaba una rebanada de pan!, no, definitivamente no era mi sándwich de pollo. Allí confirmé lo que ya sabía, que Cádiz es especial y que la globalización no ha llegado a algo tan nuestro como el sándwich de pollo o los ponty, que por ahí hay cosas bastante parecidas y ricas, pero no iguales y que una franquicia jamás tendrá los mismos sabores que las hamburgueserías de barrio, y ni por asomo el tamaño de sus alitas es el mismo. Por eso, me alegra mucho que se mantengan las tradiciones gastronómicas de la capital, ya sea en 'Cadi Cadi' o en extramuros, porque a fin de cuentas todos es Cádiz y ya se sabe que en Cádiz hay que ma… y que si un local cierra, otro tome el relevo, algo que no pudo ser con los Mellis, pero al menos no nos quedamos huérfanos en el gremio, aún nos queda La Teja, Laly, y tal vez el próximo que se abra en Plocia, de mientras la huella marca el camino hacia Brooklyn.