OPINIÓN
La Gran Final y ese pedazo de pregonero
Las cuestión es que la final del viernes pasado la viví como las de antaño, cuando grabábamos las interminables sesiones en VHS
Ya han pasado unos pocos días de la gran final del Falla y del pregón, pero no quería dejar pasar la oportunidad de dar mis impresiones al respecto. La verdad es que llevaba unos pocos de años viendo y viviendo el carnaval de una manera ... más templada, que sin dejarlo de lado, no lo vivía con ese fervor gadita-viñero que me corría por las venas desde joven, sí me he disfrazado y sí he escuchado coplas, pero me faltaba algo, no sé cómo explicarlo, tal vez esa desidia y esa desgana con las que hacemos ciertas cosas desde que sufrimos la pandemia, esa pandemia que nos dejó aletargados durante un tiempo, al menos a mí, que perdí un año en el subconsciente y aún no lo he encontrado, o tal vez simplemente le quiera dar una explicación a que me estoy haciendo mayor para ciertas cosas y no lo quiero admitir ni muerta. Las cuestión es que la final del viernes pasado la viví como las de antaño, cuando grabábamos las interminables sesiones en VHS, aquellas finales donde Modesto Barragán y Manolo Casal tenían en pelo negro aun y el canal Cádiz daba fallos de vez en cuando. Una final con más de un cuarteto, como a mí me gusta, con coros que no te decides cuál es tu favorito, con comparsas de lujo, a pesar de la falta de nuestro bien amado Capitán Veneno, tan bien recordado en ese sublime pasodoble de Martínez Ares que me dejó los pelos como escarpias, volviéndome a emocionar como cuando era una pibita y lo escuchaba en los Piratas, porque sí vuelvo a amar las coplas de Martínez Ares, las cuales me costaron cogerle el punto en su segunda etapa, y ahora me retracto, porque siempre ha sido grande, tan solo que yo me atrofié un poco, no me importa reconocerlo. Y luego están las chirigotas que no han tenido desperdicio ninguna, ahí no me puedo casar con nadie, pero como es de esperar inclino un poco la balanza hacía «La sonrisa del carnaval» o lo que es lo mismo la sonrisa del Sheriff que no es ninguna porquería. Así pues, esta final para mí ha sido muy emotiva porque me ha despertado de la semi-hibernación carnavalesca en la que encontraba, porque me he emocionado mucho con los homenajes a Miguel Ángel Fuertes y Eduardo Bablé, ya que el Carnaval es muchísimo más que coplas, y porque he recordado muchos momentos vividos de la fiesta. Confieso que hubo un momento en el que me quedé dormida, pero me desperté justo a tiempo para ver en directo el fallo del jurado, algo imprescindible. Y después de una final de lujo, no me pude perder un pregón que fue un bastinazo, desde la música hasta la puesta en escena, desde el cariño que le tienen al Sheriff como el cariño que él desprende a su Cai, emocionado con lágrimas «ensartás» pero sin perder la sonrisa en ningún momento. Y reviví toda la esencia de la fiesta, lo que significaba estar en aquel tablado (yo formé parte de la performance del nombramiento de las ninfas cuando el pregón de Sara Baras), lo que es divertirse en la calle con el buen rollo y el humor, la cultura y todo lo que representa la fiesta de la libertad (carnaval de botellón: no, caca) y como grandes artistas se codean con el pueblo porque son parte del pueblo. Así que desde aquí agradecer que sigan escribiendo y difundiendo coplas, humor, amor y poesía. Y al pregonero decirle que aleluya por haber sido unos jartibles y aguafiestas, y por mucho Grinch que hayan sido, siempre serán las madrinas de nuestras fiestas. Y si un día se queda en blanco, que llame a Caimán que seguro que le ayudará.
P.D. Sigo echando de menos l@s ninf@s