OPINIÓN

La cultura del meme

Son textos cortitos y cuya creación puede ser tan fácil o tan difícil, según sea la inspiración del artista en ese momento

A la hora de buscar temas para escribir esta columna suelo estar en los de extremos de la balanza, o bien tengo un tema clarísimo sobre lo que escribir o estoy más perdida que el barco del arroz, en esas ocasiones, lo confieso, mi marido ... suele estar al quite y me da alguna idea interesante sobre la que desarrollar mi «investigación», otras veces no quiero abusar de él, y simplemente vagueo hasta que se me ocurre algo, o «bicheo» vídeos de internet, o curioseo entre mis distintos grupos culturales de Facebook, donde se encuentran verdaderas maravillas. Esta vez no fue el caso, buscar a posta me refiero, y simplemente navegué por la red con un objetivo simple y meramente lúdico.

Después de varias risas leyendo memes, recordé un concurso de Facebook, más concretamente en el grupo Cultura Underground, en el que participé creando, precisamente eso, memes. En el cual me divertí mucho, aunque no fue fácil, ya que el humor que suelen reflejar no es fácil de sacar, al menos que te quede muy tonto. Y en ese momento fui consciente que la creación del meme no es al azar y que está muy contextualizado dentro de una comunidad. Y ya empecé a profundizar sobre el concepto del meme, no sé si fue una reflexión filosófica o simple aburrimiento. La cuestión es que el término «meme» no es tan reciente (fue acuñada en 1979 por el biólogo inglés R. Dawkins), de hecho lo recoge la RAE con dos acepciones: 1. «Rasgo cultural o de conducta que se trasmite por imitación de persona a persona o de generación en generación» y 2. «Imagen, vídeo o texto, por lo general distorsionado con fines caricaturescos, que se difunden principalmente a través de internet». Obviamente, la segunda acepción es la que nos atañe, aunque podamos relacionar la primera a la naturaleza del mismo, por lo de rasgo cultural y la imitación.

A lo que iba, terminé preguntándome si se podía considerar el meme como un nuevo género literario, ya que está claro que está afianzado como un fenómeno cultural e incluso artístico, como se reza en muchos artículos, pasando de una simple moda en la red a toda una herramienta comunicativa. Hay numerosas temáticas reflejadas a través de la fina ironía y el humor del mismo, que incluso se usan como ejemplo en la docencia o presentaciones en empresas de vanguardia. Así que me contesté a mí misma y lo consideré, si no, un género, al menos un subgénero literario. Me recuerdan muy de lejos a los haikus japoneses, que me perdonen los puristas, no por el contenido, obviamente uno es poesía y lo otro…, bueno no es poesía, pero sí en que ambos, tanto el meme como el haiku, son textos cortitos y cuya creación puede ser tan fácil o tan difícil, según sea la inspiración del artista en ese momento.

Aunque también me recuerdan mucho a la sátira periodística, pero menos trabajado artísticamente, ya que el meme no deja de ser una imagen al azar a la que se le añade unos textos a conveniencia, incluso la foto suele ser bastante recurrente, como la de Julio Iglesia con su «y lo sabes», el niño con el jersey verde y el puño cerrado, o el hombre de la barba cana con cara de pasmado. Debido a la masiva producción de estas imágenes, se puede hacer una colección o antología de memes según la foto o la temática. Y si se puede hacer una antología de algo, entonces ese «algo» se puede considerar un género o subgénero artístico, en este caso literario. Así pues, en vista de mis subjetivos y arbitrarios argumentos, la relevancia de la cultura del meme es un hecho.

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