OPINIÓN

Cuentos de niños: La capibara, los unicornios fantasmas y los gases

Eso sí, aprendí que los nenes no sabes por dónde te van salir, y que vale que me lleve las cosas preparadas, pero que sea flexible y tenga más de un as en la manga

Desde que estoy en el mundillo literario he participado en numerosos eventos y actividades, como ya sabéis, en su mayoría para adultos tales como presentaciones, encuentros y ferias. Pero también había hecho mis pinitos en el área infantil, teniendo publicado un cuento es inevitable hacer ... peque-presentaciones y cuenta cuentos, como es obvio. Así como también colaborar de vez en cuando con mi amiga Almudena Fuentes Puntas, autora del maravilloso Proyecto Zolfa el cual acerca a los niños a la música, más concretamente al piano, a través de las aventuras del elefantito Zolfa y sus amigos. No obstante, todas estas incursiones en el mundo de la literatura infantil las realizaba en lo que yo llamaba un entorno controlado. En los cuenta cuentos de mi propia obra Nuuk y la gran carrera (Editorial Círculo Rojo. 2022), simplemente leía los fragmentos del cuento que me interesaban, con mejor o peor entonación, de acuerdo, pero eso era todo. Bueno había alguna pregunta suelta o interacción aquí o allá con los niños, tampoco soy tan «saboría» como para no hacerles caso, incluso a veces les daba copias de las ilustraciones para que las colorearan en casa. En la colaboración del cuento a piano, aunque yo leía algunos párrafos del Zolfa, el gran peso de la actividad recaía en Almudena que hace maravillas con el piano y los niños, de tal manera que los deja fascinados, o mejor dicho nos deja, porque yo también aprendo mucho. Yo no tengo hijos, pero sí sobrinos, de sangre y de los postizos, por lo que los infantes no me son ajenos y no me siento incómoda entre ellos, así pues quise dar un paso más y en colaboración con la librería Rita's Bookshop de San Fernando me lancé el sábado pasado a realizar un taller llamado «Crea tu cuento» , el cual plasmé en un preciso Word con los objetivos a conseguir, las dinámicas y actividades a realizar, y un Excel con las tarjetas que iba a usar para los juegos. Plasmando grosso modo la duración y la estructura del taller y así poder llevarlo a cabo, dividiendo la hora y media que tenía en bloques, a saber: media hora de explicación, media hora de juegos y media hora para escribir el micro cuento. Inocente de mí, a los diez minutos ya tenía liquidada la primera parte, con mi consiguiente micro ataque de pánico, del cual solo se dio cuenta mi marido porque me conoce, y que lo hizo más patente con una sonrisilla de «a ver cómo sales de esta», menos mal que una tiene tablas o «salidas pa tó» y al final no me olieron el miedo y pude rodar el taller sin problemas. He de decir que todo salió bien porque los niños eran un amor, colaboraban en todo e interactuaban entre sí que daba gloria. Y la verdad que me reí muchísimo con sus cuentos sobre unicornios fantasmas, cochinos con gases y bolas de fuego, y aprendí que además de conejos, cobayas, gatos y otras mascotas, reales o de peluche, existen las capibaras, que en este caso este lindo roedor sí era de peluche. Así que me enamoré de esta nueva experiencia en la que me vi mucho más inmersa que en otras ocasiones. Eso sí, aprendí que los nenes no sabes por dónde te van salir, y que vale que me lleve las cosas preparadas, pero que sea flexible y tenga más de un as en la manga. Ya lo decía el maestro José Antonio Fernández Bravo Todo lo que me enseñaron los niños. José Antonio Fernández Bravo, maestro (youtube.com)) puede haber discrepancia entre que lo que nosotros deseamos y lo que obtenemos, y no por ello ser malo.

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