OPINIÓN
Ciudades sin color
De un tiempo a esta parte vengo observando que las ciudades van perdiendo color
De un tiempo a esta parte vengo observando que las ciudades van perdiendo color. Por lo menos la ciudades pequeñas que destacaban por un estilo propio de edificaciones mostrando su historia a través de sus calles. Algo que está ocurriendo con algunas nuevas edificaciones que ... se están construyendo en San Fernando (y alrededores), en algunas zonas de su casco antiguo. Allí donde había casas con rejas trabajadas, con balcones sencillos o de bonita forja, persianas de cuerda y paredes blancas rematadas de marrón o gris claro, de donde colgaban bonitas macetas de geranios, gitanillas u otras plantas autóctonas, ahora hay casas completamente cuadradas sin balcones y con ventanas sosas, blancas, sí, pero rematadas con un gris oscuro que pretende ser elegante, sin llegar a serlo o con un gris claro como las clásicas pero más frío, o rematadas con mármoles que no dicen nada. Estas casas como dice mi marido dan impresión de tanatorio, símil con el que no podría estar más de acuerdo. Entiendo que cada dueño particular que disponga de un solar para edificar, puede hacerlo como quiera, faltaría más. Especifico solar porque si, supuestamente, tienes una casa antigua en zona urbana protegida la tienes que restaurar sí o sí ya que no te la dejan tirar para hacer una nueva (hablo con cierta experiencia). Este hecho es otra de las cosas que me chirrían al ver estas «casas- bloque» en mitad de la calle Real por ejemplo, pero lo de si está permitido construir o no lo dejo para otro día y me sigo centrando en la estética. Está claro que la arquitectura evoluciona, tiende a ser más funcional, más autosuficiente y más económica, es decir busca ser eficaz y eficiente en el uso de recursos y materiales a la hora de crear el trabajo base de todos los arquitectos a lo largo de la historia, es decir, la mejora constante del concepto de refugio o lo que es lo mismo que el ser humano que vaya a vivir allí, esté cómodo, calentito cuando toque y fresquito cuando sea necesario. Pero eso no está reñido con el color y lo bonito digo yo, que por supuestísimo hay verdaderas obras del arte arquitectónico actual a lo largo y ancho del globo, que albergan museos, escuelas de arquitectura, capillas, edificios oficiales, filarmónicas o bloques de vecinos con cierta gracia, entre otros, no obstante yo me refiero a los edificios de a pie de calle donde estas tendencias actuales no son consecuencia de un trabajo de arquitectura «de autor» por decirlo de alguna forma, sino lo que para mí, y aquí recalco que es mi opinión personal, son casas tipo bloque de Lego, que parecen construidas «al salir» a base de bloques prefabricados o preconcebidos, que se construyen de esa manera porque es cómodo, y para qué negarlo barato, queriéndose asemejar a estéticas modernas y de tendencia, y que, sin embargo parece que son metidas con calzador dentro de una estética urbana bien definida. Que si al menos fueran smart buildings, es decir edificios inteligentes 100% autosuficientes en cuanto a energías renovables y mantenimiento, consideradas ecofriendly total y cómo no, digitales, lo entendería, pero no veo yo en un futuro cercano que La Isla o cualquiera de las ciudades aledañas, sean precursoras de las utópicas smart cities, por mucha energía eólica, solar o molinos de mareas que tengamos, además que la fibra óptica no es muy de fiar y se nos cuelga el wifi de vez en cuando. Aunque quién sabe, lo mismo viene un día de vacaciones un CEO de Silicon Valley y nos renueva la ciudad a conciencia.