opinión
Batallas perdidas II: El patinete
«Cuando los que montan en el patinete no circulan con prudencia, o simplemente consideran que es una especie de juguete avanzado»
Es por todos reconocido que los VPM, a saber; vehículo de movilidad personal, comúnmente llamados patinetes eléctricos, han resultado ser una solución a la movilidad efectiva en muchas ciudades, sobre todo aquellas que cuentas con un tráfico colapsado y unas plazas de aparcamiento gratuitas escasas ... o casi inexistentes. A algunos usuarios les resulta más barato su uso que el transporte público urbano, o simplemente más cómodo si dicho transporte no es funcional y eficiente. Es particularmente útil para aquellas personas que tengan que acudir varios lugares de trabajo a lo largo del día, como es el caso del personal de la empresas de limpieza que se mueven de un sitio a otro durante toda jornada, o de los repartidores a domicilio, por ejemplo.
Hasta aquí todo bien, el problema viene cuando los que montan en el patinete no circulan con prudencia, o simplemente consideran que es una especie de juguete avanzado (acordaros de los patinetes rojos de metal que empujábamos con el pie, creen que es lo mismo, pero no) y que no necesita mucho miramiento a la hora de usarlo. Y claro, luego pasa lo que pasa, atropellos a personas mayores y no tan mayores…, explosiones en los vagones de los cercanías hiriendo a unas cuantas personas, como ocurrió en Barcelona no hace mucho, vale esto último no es culpa del usuario, sino del fabricante, pienso yo, pero sí es culpa del mismo que me dé en los tobillos con el canto del guardabarros, de eso sí he sido víctima directa, además de casi arrollar a un «patinetísta» que me salió, sin mirar, de una calle aledaña en plena noche y sin ropa reflectante o alguna señal para hacerse ver.
Así pues, después de varios incidentes y accidentes por todo el territorio nacional, por fin la DGT sacó una normativa que regula el uso de estos aparatos, de la que yo estaba deseosa de conocer, puesto que después de varios agravios, me encontraba en el limbo legislativo de quién tendría la razón en un conflicto donde estuviera implicado un VPM, ya que sabía que no eran peatones, pero tampoco un vehículo ligero, así que no sabía a qué atenerme.
En resumen, los puntos básicos de la normativa referente al patinete eléctrico son los siguientes; los VPM son vehículos dotados de una ÚNICA plaza, es decir no se puede ir de «paquete» en un patinete, (¡anda, me ha salido un pareado!), propulsados con una motor eléctrico (nada de diésel o gasolina, al menos son ecofriendly) y con una velocidad máxima entre 6 y 25 km/h, aquí no se incluyen los vehículos de movilidad reducida, por si os lo estabais preguntando, la DGT ha elaborado un manual de características técnicas que deben cumplir los VPM para poder circular (algo que me parece bien para evitar la explosiones anteriormente mencionadas), NO pueden circular por las aceras y tienen prohibida la circulación en vías interurbanas, travesías, autopistas, autovías o túneles urbanos.
Circularán, por tanto, por donde la normativa municipal de cada ciudad determine, y en el caso de no existir dicha normativa, lo hará por la calzada urbana. ¡Ojo! el peatón siempre tiene preferencia, por tanto el VPM se atendrá a las normas de la vía por donde circule; cedas el paso, stop, paso de peatones etc. como cualquier otro vehículo. Sus conductores están sometidos a las mismas tasas máximas de alcohol permitidas por la Ley de Seguridad Víal, así como a la prohibición de conducir con presencia de drogas en el organismo, y no pueden llevar auriculares puestos, ni hacer uso del móvil u otro dispositivo de distracción, por consiguiente, tienen sanciones asociadas a las faltas cometidas multas de entre 200 y 1000 euros, dependiendo de la infracción.
Es obligatorio que VPM disponga de sistema de frenado, dispositivo de advertencia acústica (timbre) y lo que, para mí es imprescindible, luces y dispositivos reflectantes traseros y delanteros, y por último se aconseja el uso de casco, que no es obligatorio dependiendo de la ordenanza municipal, y un seguro de responsabilidad civil. Dicho esto, los imprudentes seguirán haciendo lo que les dé la gana, pero al menos está regulado y sabremos a qué atenernos.