OPINIÓN

Este año la papeleta se echa en la Caleta

El problema viene desde que cambiamos la visión de la política como vocación por la política como profesión, o esa es la sensación que me da

Esta frase me vino a la mente cuando hace unos días vi un meme donde se mostraba a nuestras sempiternas marujas de playa, tómese el término con mucho cariño y mucho más respeto, en sus sillas y mesas de playa (probablemente sacando las «bolichas» del bingo) como representación de la mesa electoral de las próximas elecciones generales que como ya sabemos son 23 de julio, nada más y nada menos que un «dominguito» de playa. Baste decir que reírme, me reí un rato, el humor español, y más concretamente el gaditano, tiene una respuesta rápida y efectiva a todo tipo de acontecimientos.

Pero como todos sabemos, el humor irónico viene de un trasfondo más serio. No voy a entrar en la polémica de que la elección de la fecha es reflejo de una estrategia electoral de unos colores frente a otros, que en vista de los últimos comicios locales se han visto obligados a «mover ficha», ni en la opinión popular de que en el fondo todo es más de lo mismo y que hay mucho perro, de los de siempre, con el mismo collar. Lo que me preocupa es esa decepción general provocada por las decisiones políticas «de los de arriba» que nos lleva a pensar en ese «al final todo es más de lo mismo». La gente está «quemá» de unos y otros, y que el asunto solo les importa a aquellos que están en el «negocio».

El problema viene desde que cambiamos la visión de la política como vocación por la política como profesión, o esa es la sensación que me da. Tal vez deberíamos adoptar la medida de otros países de dos candidaturas como máximo para un mismo candidato, aunque tampoco es que sea una solución, porque si la persona funciona para qué cambiarla, en fin la pescadilla que se muerde la cola. Todo este desencanto se refleja en que a la gente le da más pereza acudir a las urnas, y «ellos» lo saben y se aprovechan de que la gente prefiera aprovechar «el dominguito» de playa para coger un buen sitio en la arena que ir a las urnas. Bueno para no ser tan crítica con bañistas de la Caleta, he decir que ellos tienen al lado el colegio Santa Teresa como colegio electoral, o al menos lo era cuando yo vivía en la Viña.

Que también me diréis qué exagerada eres, hija, que igualmente está el voto por correo, ya, pero no estoy muy segura si las generaciones digitales tendrán muchas ganas de solicitarlo, bueno de solicitarlo sí, ya que se hace a través de la página web de correos, y lo pueden hacer prácticamente con los ojos cerrados. La pega vendría cuando, una vez tuviesen el voto en casa, tuvieran que acercarse a una oficina, física, de correos. Por la tanto, para votar por correos hay que tener la intencionalidad de hacerlo, cosa que como ya he dicho cada vez da más pereza porque siempre «salen los mismos».

Lo que es una pena, porque aunque lo que no se vote no se lo llevan otros, si se benefician que no hayas ido, porque solo votan los que van y lo mismo son del «negocio», ojú vaya trabalenguas he formado para venir a decir que se debe ir a votar, aunque sea a uno de los «que no salen nunca» porque al menos no va para los «que salen siempre». El derecho a voto, es eso; un derecho, pero también es un deber como ciudadano, y una muestra de respeto a aquellos antepasados nuestros que lucharon para que hoy en día podamos hacer uso del sufragio universal, tan peleado y perfeccionado a largo de nuestras constituciones. Fijaos si es tan importante que en la última, la del consenso, «los unos y los otros» estuvieron completamente de acuerdo en ese punto.

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