bala perdida
Los nuevos dadaísmos
El lenguaje se corrompe siempre por la punta de la bobada
Va funcionando por ahí un Google poético, donde colocas dos palabras, y el aparato completa un versículo imprevisible. Escribes «en invierno», y te aparece rápido «en invierno las noches son más largas», o bien esto otro, «en invierno las tortugas mueren». Así se teje una ... estrofa, invariablemente surrealista, que se parece un poco a aquellos crucigramas líricos que componían los surrealistas propiamente dichos, como entretenimiento de café. Los surrealistas componían, a veces, a cuatro o seis manos, y salían cosas de mucho brinco metafórico, asociando dos palabras, o tres, lejanísimas. De mucho brinco metafórico, y a veces de aupado mérito estilístico. Lo que pasa es que los surrealistas eran poetas, y «poeta es saberlo todo», según máxima del clásico, y los que le dan a la pluma en Google sólo saben teclear, por lo que veo. O sea, que no es lo mismo. Teclear no es escribir, sino quizá todo lo contrario. Ahora el gentío le pone lujuria al alejandrino de internet, que no es ni alejandrino ni nada. Eso, más el álbum de fotos familiar, que es la postal de cuando no hay postales. Todos vamos completando la biografía con el auxilio en mal verso de twitter y un 'selfie' para ir tirando. Es la evidencia del uso del lenguaje para destruir el lenguaje. Estos modales de moda se completan con los extranjerismos de móvil, que cunden como aleluyas, y también con las abreviaturas del político, que dice invariablemente «poner en valor», o «altura de miras». El lenguaje se corrompe siempre por la punta de la bobada, o por la punta del tópico, y ahora hacemos mucho diccionario olvidando el diccionario propiamente dicho, que es el que vale, porque leyó a Quevedo. Naturalmente, un bar no es un Ateneo, ni tampoco Google tiene una media verónica de Lorca. Pero conviene no abandonarse mucho, en el idioma, porque enseguida creeremos que quien acierta se equivoca. Al menos, en la noria de Google he encontrado alguna perla, perpetrada a partir de la raíz «es mala»: «Es mala la marihuana/Es mala la cocacola/Es mala la creatina/es mala la margarina». Aunque para nuevos dadaísmos ilegibles, el Congreso en hora punta y el reguetón con móvil del viernes en lunes.
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