OPINIÓN
La vida sigue igual
Si cada cual presenta sus propuestas de cambios de una manera partidista y mirando por los intereses de su colectivo jamás se llegará a un acuerdo provechoso
En estos días pasados nuestro ayuntamiento, con el alcalde a la cabeza, se ha reunido con distintos organismos y asociaciones que de una manera u otra están relacionados con el concurso oficial de agrupaciones. Nuestro consistorio los convocó para tratar de arreglar de una vez ... y para muchos años el eterno problema del calendario con el certamen y que por todos los febreros da tantos quebraderos de cabeza.
Las distintas asociaciones y entidades han ido presentando gran variedad de puntos modificatorios que le han parecido más adecuados para su mejor funcionamiento, pero sobre todo para el mejor encaje de las sesiones y fases que tan complicadas parecen de solucionar.
Cada uno ha tirado de la cuerda para su lado sin dudar.
Los grupos de menos nivel han pedido que sean cuatro fases para tener una posibilidad más de cantar dos veces y así recibir el correspondiente montante económico, aunque las sesiones de preliminares sean de nueve o diez agrupaciones como se está barajando. Si se llevara a cabo esta sugerencia, que espero que no, transformaría la preselección de ser como ahora de una fase larga pero bastante amena, en una más corta pero insufrible, con una duración en las sesiones de cinco o seis horas cada una, un espectáculo tedioso e inaguantable para el público y trabajadores.
Por otro lado, las agrupaciones estelares piden pasar directamente a cuartos, pero eso sí, sin perder el montante económico de los derechos de imagen que generan la posibilidad de cantar cuatro veces llegando a la final.
Los artesanos no admitirán que concursen todos con el mismo telón de fondo o que se muestren los decorados solo a partir de cuartos. Las perdidas en montaje y escenografía serían cuantiosas.
Sin dudar la propuesta del ayuntamiento se hará de forma que el resultado económico no se vea muy alterado, pues el dinero entrante en taquilla es bastante suculento para la ciudad.
Si cada cual presenta sus propuestas de cambios de una manera partidista y mirando por los intereses de su colectivo jamás se llegará a un acuerdo provechoso. Cada uno arrima el ascua a su sardina como es normal, pero si se fijan bien hay un denominador común en todas estas propuestas, el dinero.
Hasta que no seamos capaces de separar el concurso como una fuente de ingresos para todos, por encima de un espectáculo tradicional y popular en donde hay que preservar la calidad antes que la cantidad y así brindar al espectador un divertimento original y ameno, el concurso irá a nuestro pesar en caída libre, pues sin cambios drásticos dependerá de ser más o menos llevadero, de lo cercano o lejano que quede la cuaresma de cada año.
Si nuestro consistorio no echa valor y determinación a cambiar el diseño del concurso nos veremos siempre con el mismo problema. Mis soluciones ya la he expuesto varias veces, no hace falta que las repita. El medio lo tiene en sus manos el ayuntamiento y sus técnicos, tomar una determinación duradera, para muchos años puede ser. La solución pasa por salirse de los intereses propios del ayuntamiento y de los deseos y sentimientos de los comparsistas para llevarlos al interés del público y de la ciudad de Cádiz en general. A lo mejor el primer año cuesta un poco asimilar los cambios, pero creo que durante los siguientes todos nos haremos con esa idea y los agradeceremos.
Esperemos que la vida no siga igual, como cantaba Julio Iglesias.