Opinión
Stranger things
Una vez acabado el Carnaval, los que de alguna manera participamos en el concurso entramos en eso que podíamos llamar una tercera fase
Una vez acabado el Carnaval, los que de alguna manera participamos en el concurso entramos en eso que podíamos llamar una tercera fase, en la cual todo lo que nos acontece nos parecen fenómenos extraños. Son muchos meses inmersos en una dinámica de ... ensayos nocturnos, dónde nuestra prioridad no deja de ser otra que sacar adelante un repertorio, un atrezo o un tipo, para un concurso de coplas tradicionales de nuestra tierra.
Durante esas fechas nuestras mentes están ocupadas al noventa por ciento, por no decir al cien por cien, por tantos asuntos que conlleva la puesta a punto de nuestra agrupación. En ese periodo, como otras veces he comentado, dejamos a un lado otras ocupaciones, aficiones y distracciones que nos producen cierto placer y sobre todo menos estrés.
En estas semanas contiguas a las fiestas de febrero nos encontramos con cosas extrañas como indica el título de la serie que da nombre a este artículo.
El sofá, el gran olvidado. Ese amigo que una vez que te abraza no te suelta por mucho que lo intentes. Meses sin estar acurrucado en sus brazos, sin sentir su confortable regazo y que sabías que no podías atenderlo porque a esas horas de la noche, cuando más te apetecía estar con él, tenías que marchar hacia el ensayo. Partías a tu destino observándolo con mirada melancólica y gesto resignado de saber que tampoco a la vuelta podrías usarlo porque sería demasiado tarde para ello y porque hay otra amiga a la que atender a esas horas, la cama.
La casa en general se convierte en un lugar olvidado, donde pareces estar de paso, como una fonda donde dan comida y cama. No le prestas atención a ese enchufe que no funciona, ni a ese desconchado en la pared del pasillo, no te preocupa el desorden de tu despensa, ni que tienes que limpiar las ventanas.
La televisión es otro de esos fenómenos extraños con los que nos encontramos al retomar nuestra vida cotidiana. Hay programas, concursos y series nuevas, anuncios que ves por primera vez y películas que intentas ver pero que el propio sofá parece te inyecta algún líquido con somnífero que, seguramente por falta de costumbre, hace que no las termines de ver al completo.
Caminar por nuestra preciosa ciudad es otra de mis aficiones oxidadas. El retornar por tus calles de nuevo me va enseñando y sorprendiendo para bien con comercios nuevos y otros por desgracia que cerraron, unos destinos que desconocía por completo. Obras que están en pleno auge y otras terminadas, calles abiertas al tráfico rodado y otras convertidas en peatonales. Un Cádiz antes y otro después de los carnavales, aunque parezca una exageración. Hay bares y restaurantes que en verano fui a visitarlos que ahora están cerrados y otros que por suerte tengo que inaugurarles para comprobar su carta personalmente.
Muchos sabéis de mi devoción por la música clásica y mi pertenencia a la coral de la UCA. Pues allí me pasa igual, al volver me encuentro con muchas caras nuevas y el asombro de la gente que marchó, menos mal que las obras que interpretamos están por encima del tiempo y del olvido donde retomarlas es una gozada.
Cuando pasen algunas semanas más la desconexión con el carnaval será casi total y entonces empezaré a enlazar con aquello que también me importa en la vida además del carnaval; mi casa, mis cosas, mi gente, en definitiva, conectar conmigo mismo.