OPINIÓN
El patriarcado
Uno de los avances que me gustaría ver antes de retirarme sería el verdadero tratamiento de igualdad y protagonismo de la mujer en nuestra fiesta
Tengo que reconocer que cuantos más años cumplo, la vuelta a la rutina carnavalesca me resulta más empinada. Meterse de lleno en esta dinámica de creación, ensayos, dirección y organización, es una casilla de salida muy inclinada que me produce bastante inquietud y vértigo. Seguramente ... cuando vayan pasando los días todo volverá a ser cotidiano y controlaré la situación de nuevo.
Son cuarenta y un años haciendo coros y cada nueva temporada espero llenar mi mochila de gente buena y de cosas nuevas, pero también de avances en nuestro concurso y carnaval.
Uno de los avances que me gustaría ver antes de retirarme sería el verdadero tratamiento de igualdad y protagonismo de la mujer en nuestra fiesta.
Hay muchos que presumen de demócratas y de igualdad entre el hombre y la mujer pero cuando sacan su agrupación y sobre todo en sus repertorios es donde se les ve las costuras de sus trajes por todos lados. Solo sacan su feminismo ante sus hijas y mujeres para cumplir el expediente y que no se note mucho su interior de Neandertal.
Algunos lo enseñan incluso antes de empezar a cantar. Bocetos y nombres rancios, camuflados por una falsa libertad de expresión o una gracia de Cádiz obsoleta y pasada de tiempo. Si fuera por ellos, aún estaríamos celebrando las fiestas del circo romano con leones incluidos con el argumento que hay gente que se divierte con ello.
En el concurso se sigue desmereciendo y ninguneando a la mujer en muchos aspectos. Ya hay algunos que han protestado porque se haya optado por la alternancia anual en la presidencia del certamen, para que un año sea una mujer y al siguiente un hombre. Sabemos que si no se hace así sería como ha sido casi siempre, un hombre. Los pequeños detalles hacen progresar poco a poco en ese tipo de desigualdades.
En algunos premios externos al concurso, deberían renovarse para darle una vuelta. De veinte laureles que se dan en los galardones de lo «Mejón de lo mejón», solo uno lo ganó una mujer. Ese que se denomina a la «Más Chula que un Ocho» y que se lo llevó Tamara Beardo González. En estos casos se deberían crear premios nuevos y específicos para ellas porque están mezclando churras con merinas y así jamás se llevarán otros tipos de recompensas. El patriarcado necesita una revisión al detalle en nuestro concurso. La mujer no debería de verse forzada a defenderse en sus repertorios ante tales desigualdades o faltas de respeto. El hombre no lo hace. La mayoría de nosotros no tenemos la necesidad de proteger nuestro espacio como persona independientemente y libre, ni de reivindicar la igualdad de sexo, ni de cantar sobre ningún agravio comparativo que se nos haga al respecto. Viendo como avanza la ultraderecha en el mundo y sus ideas machistas y sectarias, me temo que a nuestra sociedad a nuestra fiesta y a su concurso, le quedan décadas para concebirlo.
En el carnaval de la calle en cambio nos aventajan en años. Las agrupaciones femeninas toman cada vez más protagonismo, tanto en autorías como en imaginación. Se sienten mucho más libres del patriarcado y eso se nota en lo que cantan.
Por desgracia la misoginia habita en el corazón de muchos hombres, seguramente por su falta de educación, cultura o venganza personal, pero tal vez porque no se preocuparon de entender a las mujeres tan maravillosas e inteligentes como las que yo conocí y conozco.