OPINIÓN
Se echan de menos
A pesar de todas estas ausencias destacadas, el concurso sigue adelante cada año con nuevos resurgimientos de autores y grupos noveles
En unos días comienza el concurso de adultos que si se fijan es como la vida misma. A medida que transcurren los años van naciendo nuevos carnavaleros y por desgracia también desapareciendo. Se echa de menos a grandes autores como Paco Rosado, Julio Pardo, Juan ... Carlos Aragón, Enrique Villegas, Juan Antonio Lamas, Adela del Moral, Manuel Santander…
También se echan en falta a carnavaleros sobresalientes como Paco Leal, Manolo Cornejo, El Joti, Antonio Matos, El Bola, Caracol, Rocío Hermida…grandes pérdidas y sobre todo irreemplazables.
Independientemente de los fallecidos se nota la falta además de grupos y autores retirados como Tino Tovar, Antonio Martín, Joaquín Quiñones… y por supuesto a los que parecen se han tomado un pequeño descanso como son Martínez Ares, Morera, y alguno más a quien le he perdido la pista. A pesar de todas estas ausencias destacadas, el concurso sigue adelante cada año con nuevos resurgimientos de autores y grupos noveles.
Personalmente lo que más daño me hace desde hace tiempo y más he notado su ausencia son a dos coros. El coro de La Viña y el de Puerto Real.
El coro de la Viña fue el que puso tal vez el listón más alto en la historia de los tangos. La música de sus tangos, creada desde Juanito Poce en el coro de «Entre Pitos y Flautas», pasando por Antonio Hucha y Pepe Martínez con el coro «La Plastilina», hasta la de aquellos tangos inigualables de Antonio Martín en los coros, «Rodeo», «TaKata Chin Chin Pom Pom», » Batmonos que nos Vamos», «A Venecia del Tirón», «Los Pájaros» o «El Habla de Cádiz» con letra entre otros de Antonio Burgos, hacen que junto a su forma de interpretar estas piezas genuinas, de la cual fue mérito en mayoría de su director musical Leo Calle, hacen que sea uno de los grupos que más echo de menos en este concurso. El coro de la Viña era una agrupación que competía con las manos limpias, con un estilo propio y voces rajadas pero auténticas, sin impostar, batallando a base de tangos y tipos ocurrentes, arriesgando en su repertorio y sin copiar nada ni a nadie, entregados en la Plaza a una legión de seguidores. Grandes amigos que hoy sigo manteniendo de aquella época. Una gran ausencia, por no decir la mayor de los últimos tiempos.
Por otro lado, el coro de Puerto Real. Encabezados en su autoría por Antonio García y dirigido por el famoso «Rorro», que junto su amigo Juan, hacían de ellos una pareja inseparable y entrañable de nuestro concurso. Su trayectoria viene desde los años cincuenta con «Los alegres Trovadores», pasando por «Estampa Criolla», «Los Corsarios», hasta los coros de más éxito como «Me tocó La china, «Tierra a la Vista» o «Mi no comprender», siendo éste su obra culmen. Un grupo caracterizado por su repertorio humorístico, un magnífico conjunto de voces donde destacaba su cuerda de bajos con tal vez, el mejor bajo en la historia de los coros hasta ahora, Zorrilla. Sonaban casi a orfeón por eso me encantaban y llevaban un singular tango rivereño y una excepcional entrega en la calle, donde interpretaban el personaje del tipo increíblemente y donde jamás se quejaron de llevarse ocho o diez horas cantando como también hacíamos otros (hoy día eso es impensable).
Dos pérdidas insustituibles que han hecho mucha mella a nuestra modalidad en el concurso oficial, pero sobre todo a la hora de cantar en la calle.