Cavilaciones (2ª parte)
Las puntuaciones del jurado bajo mi entender deberían de portar una mirada más amplia para cada agrupación.
Como os dije la quincena anterior hoy quería hablaros de otras cuestiones a analizar sobre nuestro concurso. Ahora le toca al jurado y su forma de puntuar y sobre aquello tan espinoso como la posible creación de nuevas modalidades.
Las puntuaciones del jurado bajo mi ... entender deberían de portar una mirada más amplia para cada agrupación. Las clasificaría en «muy buenas», «buenas», «aceptables» y «regulares». Las iría metiendo en un casillero virtual y luego en caso de que fueran más o menos grupos de los necesitados para pasar de fase, las sometería a votación. Entre las muy buenas estarían esas que más tarde pasarían a la final, entre las buenas las que afluyen a semifinales, entre las aceptables las que solo llegan a cuartos y entre las regulares las que se quedarían en preliminares. Un número estipulado por fase y proporcional al de inscritos por modalidad, sencillo, sin puntos. En la final se votaría para dar los premios. Se elimina así ese baile de números y decimales y esos cambios drásticos de posición sin sentido que muchas veces se han visto en el orden de la clasificación.
Las corrientes modernas y modas nos están llevando a algunos a reflexionar por el tipo de agrupación que deberíamos de crear si queremos seguir en la élite de la competición o seguir fieles a nuestro propio estilo para intentar competir. Hoy día salen agrupaciones efectistas con más forma que fondo, más espectáculo que mensaje y más profesionalidad que cultura popular. Agrupaciones que destacan por su forma de cantar pero no por lo que cantan. Con mucho más contenido musical que crítico y con mayor espectacularidad que periodismo cantado. Con un humor forzado y televisivo sin la gracia gaditana.
Empezando por los coros y terminando por las chirigotas se podrían crear nuevas modalidades como ocurrió con Paco Alba y así todos contentos. Por aquellos tiempos los organizadores del certamen eran incapaces de calificar por igual a las chirigotas convencionales y a las agrupaciones que Alba estaba trayendo desde 1953, por eso en 1960 deciden cambiar las reglas creando la modalidad de comparsa. De esta forma se encajó este nuevo estilo y ya ven el buen resultado que han dado hasta ahora.
Gestaría el nombre de «Murgas» para aquellos grupos cuyo estilo fuesen menos local y tradicional al que ya conocemos, ni mejores ni peores, distintos y de nueva generación. Según el número de componentes y el estilo de su repertorio podríamos ponerle su apellido. Murgas corales, Murgas comparsistas, si fuesen más graciosas y comerciales las llamarían Murgas humorísticas y crearía la nueva modalidad de los parodistas o romanceristas. Las nuevas modalidades, que por cierto competirían entre sí, tendrían libertad para saltarse las normas tradicionales, podrían copiar y pegar espectáculos conocidos y ponerlo sobre las tablas solo cambiando la letra, podrían cantarle a New York si quisieran y no nombrar a Cádiz en todo el repertorio, podrían tocar todo tipo de instrumentos en las piezas genuinas e incluso utilizar micrófonos en parodias o solistas. Podrían hacer sketch y contar historias o chistes durante la actuación. Se podrían amplificar las bandurrias y los laudes e incluso quitar esos instrumentos si no vinieran al caso. Podrían sacar cuerpos de baile, artistas consagrados y orquestas profesionales acompañando a sus grupos. Sin duda serían un gran espectáculo que engrandecería nuestro concurso.
Después existirían las modalidades de siempre de coro, comparsa, chirigota y cuarteto para los más hartibles y tradicionalistas. Juntos pero no revueltos.
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