OPINIÓN
El último capítulo
Parecemos, efectivamente, vivir en una serie o película constante que siempre nos trae un capítulo nuevo
Los Juegos Olímpicos recién terminados han hecho que durante unos días sintiéramos a la ciudad de París algo más cercana. Una de las ciudades más bellas del mundo, escenario de películas y series de intriga que van desde la Pantera Rosa hasta la reciente Lupin ... que cuenta la historia del peculiar «ladrón» Assane Diop. Precisamente, esta serie ha sido utilizada en la últimas horas por muchos columnistas y opinadores para establecer un paralelismo con lo que en España, en el mundo real, ocurrió el jueves. Y es que, como casi todos sabremos, en Barcelona, el expresidente catalán «fugado» Puigdemont apareció y desapareció como por arte de magia al más puro estilo de esa serie policíaca.
Parece, efectivamente, que vivimos en una serie o película constante que repetidamente nos trae un capítulo nuevo. Solo cabe mirar atrás desde el pasado agosto la cantidad de «episodios» no deseados que hemos vivido. Algo que en la ficción puede ser muy divertido, pero que en la realidad paraliza inversiones, dificulta resolver retos históricos de España y nos tensiona como nación. La política no es esto. No debe ser nunca esto. Y desde que la «nueva política» se instaló en España, vivimos en un «sin vivir» permanente. Quienes piensan que para acabar con ello hay que combatir con las mismas armas se equivocan.
Para «desconectar» esta serie no hay que perder ni un minuto en utilizar los mismos métodos que los «guionistas» y «actores» actuales y, por el contrario, dedicar ese tiempo a expresar sin tapujos que la política debería volver a ser algo previsible y con los menores sobresaltos posibles. Una actividad al servicio de los españoles y no de los propios políticos para mantenerse mediáticamente vivos.
Sobre el último episodio que hemos visto cabrían tres matizaciones. La primera, dedicada a los ingenuos. Nada es casualidad y solo un plan preparado podría salir así de bien. Por tanto, a los «pasteleros que cocinaron el pastel» les faltan por dar muchas explicaciones. La segunda, dedicada al equipo de «opinión sincronizada»: el relato de que Puigdemont está acabado políticamente no es cierto. Que pueda seguir montando este tipo de shows es un reflejo de la fuerza que tiene. Tan importante ha sido la «performance» que la noticia de la semana, realmente, ha sido él y no la investidura de Illa. Y hablando de Salvador Illa, la tercera y última matización. Illa no es quien acaba con independentismo, solo le ha dado un barniz al PSC para que sea votable por los independentistas. La ausencia de la bandera de España en su investidura y otros gestos, nos demuestran cuál será el camino a seguir en «próximos episodios»
Por tanto, ojalá esto que hemos vivido la semana pasada, esta «fuga a lo Lupin» fuera el último capítulo de esta serie inacabable. Que después de esto viniese un tiempo de «apagón» y que la «suscripción» acabase alguna vez. Para poder tranquilamente dedicarnos a resolver los retos reales que nos plantean los españoles y dejar de ser actores de una película que, efectivamente, es digna de cualquier plataforma digital, pero que nos está agotando y paralizando. Sin embargo, el show desgraciadamente, continuará.
Ver comentarios