OPINIÓN

La última y nos vamos

La desconexión puntual es necesaria, pero no puede ser eterna porque, si no, significaría un apagón definitivo

Comenzó la última semana del mes de agosto y, con ello, empezó a escaparse el verano. Y es que aunque el calendario marque que éste oficialmente termina el 22 de septiembre y a pesar de que en algunos lugares costeros sus límites sean difusos, el ... ocaso de agosto es el final simbólico de las largas tardes de sol y de nuestra búsqueda de desconexión en el período vacacional. Tanto es así que, incluso en Cádiz, donde la sensación de que es verano puede aparecer, en ocasiones, durante casi todos los meses del año, este sábado «enterraremos a la caballa».

Durante los dos meses de verano, en estas líneas, hemos hablado del mar, de sus hombres y de sus redes; del aislamiento que sufre la provincia de Cádiz por la falta de infraestructuras, de «guayaberas», Iberoamérica y de nuestro compromiso con Venezuela. Ya en agosto se habló de cómo mirar más alto en nuestras ciudades, de la serie de ficción interminable protagonizada por nuestro Gobierno y su socio escapista Puigdemont. De manera más reciente, de cómo Cádiz es un «condensador social» natural con todo lo bueno que eso conlleva.

Conversaciones en cada una de estas ocho columnas y semanas del julio y agosto provocadas, en parte, por la actualidad política que, a pesar de todo y, sobre todo en agosto, nos ha dado cierto respiro. Y es que, aunque haya habido hechos relevantes en España y el mundo que van desde la aparición y desaparición de prófugos hasta el tremendo caos ferroviario, pasando por asesinatos sobrecogedores que dejan el alma rota, el verano, especialmente el mes de agosto, parece 'dormir' la actualidad.

Sin embargo, ese letargo va acabando. La desconexión puntual es necesaria, pero no puede ser eterna porque, si no, significaría un apagón definitivo. Si queremos mejorar nuestro entorno, hay que saber que eso no es tarea fácil. Exige sacrificios, y uno de ellos es cargar con la cruz diaria de mantenernos enganchados a la actualidad, sobre todo durante el curso. Algo innegociable en política, pero que debería ser, en parte, una responsabilidad moral para todo ciudadano que después tiene el derecho a votar.

Por eso, en esta última columna de los meses de parón, es momento de cerrar los ojos y mirar atrás: de disfrutar cada instante de este verano, en los que quienes han podido desconectar dicen sin tapujos que lo necesitaban. Cada letra de esta columna es un homenaje al sol, a la sal, a cada gota de mar y a cada grano de arena. A la familia y los amigos de siempre, con los que hemos recuperado algo del tiempo perdido. Cada letra de esta columna es el último rayo de sol para, en unos días, volver, del todo, con las pilas más cargadas para, entre otras cosas, analizar de nuevo cada escándalo, mentira o incumplimiento del Gobierno que a nivel nacional nos preside. Para hablar de España y de sus jóvenes, como la vivienda, y para proponer ideas sobre qué necesita nuestra provincia o Cádiz ciudad.

Como en una reunión de amigos que llega a su final, como el último capítulo de la serie que nos ha acompañado estos días, como una tarde en un chiringuito que ya tiene que acabar, como una noche sin hora que empieza a dar paso al amanecer, esta columna, siguiendo una frase que escuché recientemente, es eso: es «la última y nos vamos», la última del verano porque la actualidad y la actividad empiezan ya a rodar. Hay mucho que hacer y no nos podemos quedar atrás.

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