PERSPECTIVAS
Saco roto
«Somos tanto un país de «sacos» que quienes nos gobiernan a nivel nacional, llevan varios años sobreviviendo «dándonos coba» con el mito de que viene «el hombre del saco»
Decíamos en el último artículo que, ojalá, el propósito de vivir menos acelerados en 2025 se cumpliera y no cayese en saco roto, como suele pasar con otros deseos habituales de inicio de año.
Rotos o no, estas fechas navideñas que acaban de terminar siempre ... han sido tiempo de sacos, sobre todo por aquello de los regalos. Pero no solo eso, España ha sido siempre un país de «sacos». Sacos que cargábamos en los barcos que buscaban nuevo mundo, sacos que, dentro de nuestro territorio, nos agrupan culturalmente por lenguas y costumbres o sacos símbolo, también, en obras de nuestra literatura como el que aparecía en «El Lazarillo».
Somos tanto un país de «sacos» que quienes nos gobiernan a nivel nacional, llevan varios años sobreviviendo «dándonos coba» con el mito de que viene «el hombre del saco» - que, por cierto, debe ser de derechas- a quitarnos las libertades y a hacernos la vida peor. Nada más lejos de la realidad, porque todo lo malo que pudiera traer éste, ya lo han adelantado ellos en su saco personal: escándalos, propaganda y leyes pisoteadas, fragmentación y división social, empobrecimiento de la clase media, hipocresía o instituciones al servicio solo del poder y no de todos los españoles.
Es curioso que el Gobierno que, en 2018, decía que traía en su saco la limpieza y la pureza, ahora se haya convertido en el exponente de todo lo contrario con lo que quería, artificialmente, acabar. Qué ironía que, además, quien hizo de escudero en la moción de censura que les llevó al poder ahora parezca ser la punta del iceberg de una trama que llega hasta el «más alto nivel» y tenga en su saco personal la sombra de la justicia con varios presuntos delitos relacionados con el «saqueo» y con varias «sacas». Casi tan irónico para los españoles como quien espera de los Reyes Magos regalos y abundancia, y acaba recibiendo de ellos carbón. Eso sí que son propósitos caídos en saco roto.
Es difícil saber cuántos de nuestros deseos para este año se acabarán cumpliendo. Ojalá sean muchos. Lo que está claro es que si el 2025 va por el camino de 2024, se comprobará que, para algunos, la avaricia rompe el saco. Ojalá también, cuando éste, cuando el saco de las rosas se rompa, con votos, pronto los «saquemos» de La Moncloa.
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