OPINIÓN
Por un puñado de votos, el día de la marmota
«Es la coalición de Gobierno y, en concreto, quien la preside, el máximo responsable de que la ley de amnistía siga siendo protagonista en la actualidad del día a día»
Salvando algún hecho puntual y concreto, en los últimos meses la actualidad española parece vivir en un día de la marmota permanente provocado por el debate sobre la ley de amnistía. Un debate del que no conseguimos salir y que está impidiendo que otros temas, ... de los que a veces también se habla, pero no lo suficiente, cobren el protagonismo necesario.
Algunos piensan que la culpa de esta situación la tienen los partidos de la oposición. En concreto, los que se posicionan en contra de la amnistía. Dicen que son ellos los que solo hablan de ese tema, agitando el debate, además, convocando concentraciones en la calle.
Pero, sin embargo, no es así. Es la coalición de Gobierno y, en concreto, quien la preside, el máximo responsable de que la ley de amnistía siga siendo protagonista en la actualidad del día a día. Porque son ellos quienes la ponen en el foco con cada negociación, incitando, como es lógico, a que la oposición tenga que hacer su trabajo de crítica y dique de contención de la irracionalidad.
Sin ir más lejos, cuando ya todos dábamos por hecho que las cesiones a Puigdemont habían llegado al límite y la aprobación de la ley era inevitable, vimos el pasado martes que España, como muchos temíamos, se dirige desde Waterloo.
Y es que, esta ruptura de la convivencia y de la legalidad en España no puede ser pasada por alto. Si lo hiciésemos, los españoles estaríamos asumiendo que las leyes no valen nada. Que unos son más que otros según donde hayan nacido. Estaríamos asumiendo que todo vale para mantenerse en el poder y dormir un día más en el colchón del Palacio de la Moncloa. Estaríamos asumiendo que, como si fuese el título de un western de Sergio Leone, con banda sonora de Ennio Morricone, «Por un puñado de votos», vale arrodillar un país ante un fugado de la justicia, faltando a tu palabra ante millones de ciudadanos.
Imaginemos que el pasado 23 de julio, de esos 7 votos, otro puñado de ellos, sin ir más lejos cuatro, hubiesen caído al otro lado del bloque de la coalición que está sustentando a Sánchez. ¿Quién hablaría ahora de una ley de amnistía? Nadie. El debate ciudadano estaría centrado en otras cosas mucho más beneficiosas para todos. Estaríamos hablando de los grandes retos que tiene nuestro país: la educación, el empleo, la vivienda, la demografía y las pensiones, la salud mental, las infraestructuras, conservar y proteger nuestro patrimonio natural o del gran problema de la falta de agua.
El deber de los que están en política, especialmente de la oposición, es denunciar lo que está pasando ahora de manera excepcional, pero sin olvidarse, como dicen los alemanes, de la «realpolitik» y de las «cosas del comer».
Es por esto que la coalición de Gobierno tiene secuestrado el debate público, provocando, con su trilerismo permanente, que la amnistía sea el tema de permanente actualidad. Son ellos los que están provocando este día de la marmota al que, la oposición, como es lógico responde denunciando todo aquello que es intolerable.
Y seguiremos hablando de amnistía mientras que Puigdemont quiera, porque no hay duda que hasta en eso manda.
Sin embargo, puede que el frío del invierno ruso acabe congelando sus intenciones. Fue la combinación Rusia, España y Waterloo la que frenó definitivamente a Napoleón. La historia es cíclica y quizás dos siglos después se repita con Puigdemont y Sánchez como protagonistas, acabando por fin con este día de la marmota provocado solo por un puñado de votos.
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