OPINIÓN
¿Puedes seguir así?
Si esto fuese ficción, una serie sobre política, hay que reconocer que estaríamos entretenidos. Muy entretenidos, de hecho. Sin embargo, esto es la realidad
Suele decirse que la generación joven de nuestro tiempo es una generación de cristal por nuestra fragilidad y por nuestra poca resistencia. Y es que, salvo excepciones, proyectamos una imagen general de ruptura rápida ante el menor síntoma de presión. Podríamos dedicar otra columna solo ... a este tema pero, sin embargo, nos sirve de enlace con otra reflexión. La habitual falta de resistencia en las personas de nuestro entorno hace que prestemos demasiada atención e, incluso, nos fascine en exceso quien parece que sus sentimientos son inmunes a cualquier hecho. Como un muro que recibe distintas cargas y golpes sin tambalearse.
Sin embargo, esa resistencia no tiene por qué ser siempre buena. La firmeza está bien, pero deja de ser una cualidad positiva cuando para aguantar el peso necesita agotar y desgastar otros elementos que están alrededor, llevándolos a colapsar. Así actúa el líder del Gobierno de España. No hay duda de que resiste, pero a costa de llevar a estados límite a todo lo que que tiene en su entorno. Una resistencia parasitaria.
Si nos remontamos a hace justamente un año, el PSOE perdía la mayoría de comunidades autónomas y ayuntamientos donde gobernaba como resultado, entre otras cosas, del hartazgo de un amplio sector con el funcionamiento del Gobierno de Sánchez: sus pactos, sus mentiras y sus desfases al estilo «Tito Berni». Por aquel entonces, no conocíamos ni la punta del iceberg de esas tramas sórdidas. En ese momento, mientras su partido se desangraba territorialmente, él ponía un torniquete a su Gobierno convocando otras elecciones. En este caso, generales.
A pesar de perder las elecciones del 23 de julio, gracias a hacer todo lo que dijo que no haría, la investidura fue posible. Y, de nuevo, para seguir así, para poder resistir, desde entonces cada día ha sido una agonía constante. Una lucha encarnizada entre él y sus socios de investidura.
Prácticamente sin ninguna reforma importante aprobada, llevamos nueve meses gestando con diferentes complicaciones solo el parto de una ley para permitir a Sánchez seguir contando con el apoyo de sus socios independentistas. Otro ejemplo más de cómo, para resistir, necesita arrasar con todo lo demás.
Más allá de eso y de algún decreto, este Gobierno «pendenciero» no consigue sacar nada adelante en el parlamento, perdiendo votaciones constantemente. La semana pasada fueron dos: la regulación de la prostitución -qué ironía- y la Ley del Suelo que retiraron para no volver a sufrir otro bochorno. Solo consiguen la crispación. Crispación intencionada para movilizar al electorado a la izquierda de la izquierda, para no dormir a ese votante que en su día fue de Podemos. Esa es la explicación de que Sánchez haya impulsado a su PSOE definitivamente, a abandonar la socialdemocracia clásica para convertirse en un híbrido bolivariano que ha asumido como propias las ideas de quien se mudó en momentos de bonanza a Galapagar. Y para conseguir amarrar ese espacio, y llevar a los extremistas a las urnas, tapando así los escándalos que rodean su entorno, está generando conflictos internacionales a diestro y siniestro, a este y oeste. De Argentina a Israel, pasando por Marruecos y el Sáhara.
Si esto fuese ficción, una serie sobre política, hay que reconocer que estaríamos entretenidos. Muy entretenidos, de hecho. Sin embargo, esto es la realidad. Si los que estamos en primera línea de la política muchas veces vemos esto como una locura, aun entrando en nuestra responsabilidad y en nuestro oficio soportar este ritmo frenético; los negocios que dependen de la legislación o cualquier persona cuya vida esté condicionada por una decisión gubernamental, deben de estar hartos. Es muy difícil vivir en un Estado que no da certezas sobre qué leyes va a sacar, en el que cada votación sobre un tema importante está sobre el alambre. Es muy difícil, por tanto, continuar de esta forma.
«¿Puedes seguir así?». Si le preguntasen esto a Pedro Sánchez, seguramente diría que sí. Porque él, a pesar de las dificultades, seguirá resistiendo quemando y destruyendo lo que tiene alrededor. Sin embargo, España así no puede seguir. Hace falta una respuesta contundente y que abra un nuevo tiempo que esté por venir.