OPINIÓN
Propiedad y capacidad intelectual
Sin embargo, en el ámbito de la copia, parece ilógico plagiar lo que has criticado
Durante la carrera, recuerdo a una profesora que nos decía a los alumnos: «copiad e inspiraos en las grandes figuras. No es malo y forma parte del aprendizaje, pero si lo hacéis, hacedlo bien».
La inspiración, que algunos dicen que solo nos debe «llegar trabajando» ... y que otros afirman que llega en momentos de desconexión mental, siempre ha bebido de lo que otros han hecho.
Inspirarse en quienes tuvieron éxito, en arquitectura y en urbanismo, además de ser una componente más de la formación universitaria, ha sido un elemento común en los edificios que vemos cuando paseamos por la calles. Cualquiera que tenga «ojo clínico» verá cómo la arquitectura de Álvaro Siza bebe de Le Corbusier o que la de Campo Baeza lo hace de Mies van der Rohe. Igualmente, verá que un edificio proyectado por Norman Foster tiene evidentes similitudes con otros de Richard Rogers o Renzo Piano incluso en los dibujos de ideación y planos previos a la construcción.
Pero no solo en arquitectura, sino en todas las disciplinas artísticas. La pintura, la escultura, la literatura, la moda y, por supuesto, la música, se han ido forjando a base de «versiones» con personalidad propia de obras existentes. Forma parte del proceso natural de la evolución humana. Sin ir más lejos, el «Renacimiento» no era más que la vuelta a la mentalidad clásica, con códigos de una época distinta.
La historia de la comunicación política también se ha ido construyendo a base de reinterpretar lo que otros hicieron en un momento determinado. No hay que viajar fuera de nuestras fronteras para ver que los partidos que surgieron hace escasamente una década enraizaron su crecimiento en teorías ya diseminadas por otros ideólogos previos: desde Gramsci hasta los fuegos artificiales de la política americana propia de series como «West Wing».
Pedro Sánchez y su entorno, también han bebido de otras fuentes, aunque muchas veces sin mostrarlas al público. Y no solo fuentes académicas para investigaciones universitarias. Las famosas fotos en Falcon también tenían inspiración norteamericana, entre otros muchos gestos del Presidente.
Hasta ahí, todo en orden. Sin embargo, en el ámbito de la copia, parece ilógico plagiar lo que has criticado. Copiar lo que en un momento rechazaste. ¿Se imaginan a un arquitecto criticando a otro por un edificio en concreto y, al poco tiempo, haciendo otro idéntico? ¿A un compositor, pintor, o escultor, renegando de un autor concreto, pero basando su obra en él? Sin duda, no tendría sentido. Pues es lo que ha hecho Sánchez en la última semana.
Tras basar su estrategia de gobierno en desprestigiar al líder de la oposición y lo que propone, sus anuncios de esta semana se basaron en tres plagios concentrados en dos fases. Por un lado, la creación de un «Interrail Nacional» para jóvenes – Feijóo, enero 2023. Por otro, dos nuevos anuncios de vivienda, también plagiados: el aval de la hipoteca – Feijóo, abril 2023; existente en Andalucía, Murcia, Galicia, Castilla y León o Madrid - y la incorporación de la colaboración público-privada en las decisiones del Gobierno, cuando ha aprobado una «ley de vivienda» saltándose al sector de la construcción.
Sánchez falta a la propiedad intelectual con estos anuncios. Primero porque no cita a sus autores originales, además de caer en una suerte de «personalidad múltiple» por asumir como propio lo que siempre ha criticado. Pero también, falta a nuestra «capacidad intelectual». Especialmente a la de los más jóvenes, porque cree que, con estos anuncios, su voto se puede comprar.
Por eso, estas elecciones son una buena oportunidad para que toda una generación que demanda soluciones reales a la formación, el empleo, la vivienda, la emancipación o la salud mental, demuestre que quiere que los políticos respeten la propiedad intelectual, pero que, también, respeten nuestra capacidad intelectual, diciendo alto y claro en las urnas que nuestro voto no se compra.