OPINIÓN
Pedro contra sí mismo
Por eso, la comparecencia de ayer fue, en el fondo, una declaración contra sí mismo
El pasado miércoles, Pedro Sánchez publicaba una carta dirigida a los españoles en la que se tomaba 5 días de «reflexión» para decidir si «merecía la pena» seguir adelante. Ayer, tras ese «parón biológico» y, tras tímidas movilizaciones, el mismo Pedro, en la escalinata de « ... su palacio de la Moncloa», comparecía al estilo de los peores momentos de la pandemia, pero siendo mucho más breve.
Su discurso comenzaba con una serie de condicionales relacionados con la pregunta de qué sería de nuestra democracia si se normalizase el «lodo» en política. Frente al clima de ataques que vivimos, según él, hay que decir «basta» y evitar que la política sea una ciénaga. Y planteaba, antes de anunciar su decisión final la siguiente reflexión: ¿queremos esto?
Como el que se pone delante de un espejo y decide odiar a quien ve reflejado, como los protagonistas de la película 'Los Otros' que de lo que huyen es de ellos mismos, Sánchez ha anunciado que seguirá siendo Presidente, con más fuerza si cabe, realmente para combatirse a sí mismo.
Además de que, según los antecedentes de contradicciones de este Presidente, su afirmación de quedarse debería significar que se va; lo cierto es que todo aquello que Sánchez ha dicho que combatirá es, realmente, lo que él representa.
Porque en este tiempo, él y su entorno directo han sido los mayores generadores de ataques indiscriminados a personas inocentes esparciendo mentiras contra el líder de la oposición y su entorno y contra todo aquel poder político, judicial o de la prensa que no les mostrase adoración plena. Han sido los abanderados de la justificación del odio contra el adversario, como 'arquitectos' de un muro para dividir a los españoles. Han sido los maestros de las mentiras groseras: con una moción de censura en 2018 basada en la falsedad, con el blanqueamiento de Bildu, con la amnistía por un puñado de votos, con los 'fijos discontinuos', con el fantasma permanente de las dos Españas, con el desprecio a la Guardia Civil, con la 'Ley del Sí es Sí' o con los anuncios electoralistas de vivienda. Con tantas y tantas cosas que han ido aniquilando la verdad en España y que tuvieron en la comparecencia de ayer, en la que se utilizaron sin pudor a la Presidencia del Gobierno y al Rey para su propio beneficio, su guinda.
Si él en estos años se hubiese comportado sin faltar permanentemente a la verdad y con respeto al adversario, muchos seríamos los que creeríamos su supuesto deseo de hacer de la política una verdadera actividad honorable. De hecho, le ayudaríamos. Y es que, la política, aunque sea casi imposible, debería ser previsible, aburrida, protectora de la verdad y combativa con el odio y la mentira. La política debería ser un lugar atractivo para quienes, pudiendo aportar en cualquier otro ámbito de la sociedad civil, deciden hacerlo para todos desde las instituciones.
Sin embargo, Pedro Sánchez ha sido una de las personas que más ha remado en contra. Quien lo niegue, o pretende engañarnos, o tiene una venda en los ojos.
Por eso, la comparecencia de ayer fue, en el fondo, una declaración contra sí mismo. Porque no hay mayor combate contra las malas artes en política que hacer oposición democrática a Pedro Sánchez.
Es lógico que los españoles quieran acabar con este clima, pero deben entender que la única manera de lograrlo es que esa forma de hacer política deje de estar a la cabeza del Gobierno de España.
Muchos son los que temen las acciones que se derivarán de ese anuncio de combate planteado ayer. Un conmigo o contra mí muy peligroso, que va a seguir polarizando y dividiendo a los españoles y deteriorando nuestras instituciones.
¿Esta es la política que queremos? Nos preguntaba él. Evidentemente no. Esta es la que él ha creado y la que seguirá avivando para poder dormir un día más en La Moncloa. Sin embargo, no desfalleceremos. Y es que, ganarle definitivamente en las urnas, eso sí que siempre merecerá la pena.
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