OPINIÓN
Paso a paso
El camino es pedregoso, difícil, lleno de subidas y zonas peligrosas. Tan largo como el que une la plaza del Obradoiro en Santiago con la carretera noroeste de la ciudad de Madrid.
Suele decirse que «Roma no se hizo en un día» o que «Zamora no se conquistó en una hora». Dos frases que nos vienen a decir que, por lo general, las cosas no son fáciles y que requieren de tiempo y esfuerzo.
El tiempo en ... el que vivimos donde todo tiene que ser ya, ahora y rápido, choca frontalmente con esa idea de que para conseguir un gran objetivo hay que esforzarse y trabajar a largo plazo. Sin embargo, la realidad muchas veces nos recuerda que, efectivamente, las «grandes empresas» no son inmediatas. Aprender un idioma, mantener un buen estado de forma física, hacer una carrera universitaria difícil, opositar, entregar un proyecto de fin de carrera de alta complejidad técnica o una tesis doctoral - excepto si eres una persona que todos tenemos en mente al leer esto -, suele requerir de esfuerzo y sacrificio. Lo importante en todas estas metas es cada día, avanzar.
El panorama político que vivimos en España y los resultados electorales del domingo son un reflejo de eso. Hacer que haya un cambio en el Gobierno de la nación es, quizá, la «mayor empresa» a la que ahora nos enfrentamos quiénes queremos lo mejor para España y los españoles. Y no hay duda que esa tarea es difícil e inédita porque las herramientas de las que disponemos están descompensadas y porque quien tenemos delante es impredecible.
A pesar de eso, la distancia entre el primer partido en votos, y lo que queda del PSOE, cada vez se va ensanchando más. Tanto es así que se ha duplicado en menos de un año. Por eso, no hay duda de que la tendencia es buena.
Como quien oposita o quien corre una carrera de fondo es fundamental no bajar el ritmo pero no agotarse en el camino. No dejar que la ansiedad nos domine. Porque, es cierto, que cada vez es más urgente llegar a la meta pero, sin embargo, no es menos cierto, que hacerlo con excesivas prisas puede conseguir el efecto contrario. Como D. Rafael Nadal en sus buenos tiempos, como Alcaraz ahora, o como el Real Madrid en los últimos minutos de descuento, hay que mantener la cabeza fría y no cometer errores para que el partido no se nos vaya de las manos.
Las cartas están ya, casi todas, descubiertas. Es cierto que quien nos gobierna puede hacer un movimiento letal, como un animal herido, que mueva todas las piezas del tablero. Sin embargo, los hechos son los que son: la sombra de la corrupción, la paralización legislativa, pactar con lo más inmoral del tablero político o generar un clima de odio y división para sobrevivir, entre otras cosas, son marcas registradas del sanchismo que ya conocen todos. Tanto los que están en su contra, como los que, por algún motivo, siguen apoyándolo directa o indirectamente.
Pero, aunque avancemos, siempre quedan cosas por hacer y que harían más corto el camino. En primer lugar, que los que estamos en primera línea de este cambio, nos esforcemos en comunicar de manera más efectiva y personalizada, para conectar mejor al español medio con la realidad, la verdad y la razón en el contexto que vivimos. En segundo lugar, conseguir que los que, desde la barrera, ven lo que ocurre y lo critican, se impliquen realmente. Por un lado, votando cuando toca. La respuesta de ayer podría haber sido más contundente si muchos de los que se quejan frecuentemente hubiesen hecho lo necesario para votar, en vez de formar parte del 60% de abstencionistas. Por otro lado, entender que en ciertos contextos es mejor apostar por lo común frente a las diferencias, concentrando las fuerzas en apoyar a quien es el principal competidor. Cuando pase este periodo de emergencia, quizá, sea momento de matizar mensajes, pero ahora hay un objetivo prioritario.
En resumen, el camino es pedregoso, difícil, lleno de subidas y zonas peligrosas. Tan largo como el que une la plaza del Obradoiro en Santiago con la carretera noroeste de la ciudad de Madrid. Pero lo importante es seguir comiendo kilómetros, sin parar, pero sin tropezar. Porque llegará el momento que, paso a paso, consigamos llegar a la deseada meta.