OPINIÓN

Ornamento y delito

De nuevo, en una referencia remota, en este caso sobre Viena y su arquitectura, hay quien podría encontrar en ella un reflejo directo en la política y en la sociedad española

Viena es una de las capitales más imponentes de Europa. Conocida por su música, universal cada 1 de enero, relevante por sus palacios y jardines. Entrañable por Rex, el perro policía que acompañó, por televisión, algunos fines de semana de nuestra infancia. Ciudad que no destaca por la gastronomía, pero que cuenta con la tarta Sächer, y con los habituales puestos de «Wiener».

Sin embargo, si algo la hace singular es su arquitectura y urbanismo: desde el barroco de sus Iglesias a la «Secesión», desde la Ringstraße hasta los planes de vivienda que tuvieron como resultado las «höfe». Todo ello con el verde de los árboles como protagonista, como un hilo que va cosiendo la ciudad.

Dentro de ese catálogo de urbanismo y arquitectura que ofrece la ciudad, se produce un choque de estilos que salta a la vista y que tiene Michaelerplatz como protagonista. Porque, en ella, se enfrentan el imponente y lleno de detalles Palacio del Hofburg, frente al edificio desnudo y sin detalles, diseñado por Adolf Loos y sede del «Raiffeiseandesbank».

Fue el «padre» de este edificio, Adolf Loos, el mismo que a principios del siglo XX, escribió un texto llamado «Ornamento y delito» - Ornamento y crimen - según la traducción que cojamos. En esas líneas, el arquitecto austriaco, criticaba duramente a los edificios recargados y con exceso de ornamentación. Afirmaba que eran objetos inútiles porque su función de «embellecimiento» acababa pasando de moda. Elementos que distraían la concentración de lo importante: la funcionalidad del edificio.

De nuevo, en una referencia remota, en este caso sobre Viena y su arquitectura, hay quien podría encontrar en ella un reflejo directo en la política y en la sociedad española. Porque vivimos, no hay duda, en un momento de «ornamentos» que nos distraen de los retos esenciales que tenemos por delante.

El mundo en general y España en particular, lleva un tiempo entretenido en «cornisas» y «volutas» informativas que nos alejan de otras cuestiones que hay que resolver de forma urgente.

Mientras comentamos, tarde y mal, las vergonzosas hazañas chulescas de quien, desgraciadamente, llevaba las riendas del deporte rey en nuestro país; los que sientan cátedra sobre este tema reivindican leyes que han puesto en peligro, directamente, a las mujeres de nuestro país.

Mientras que nos entretenemos en «ornamentos repetitivos» para ensalzar valores como la convivencia, el acceso a derechos y el que nadie se quede atrás, vemos cómo los que nos ponen esos detalles, están dispuestos a romper esa convivencia a nivel territorial o no hacen nada para evitar que una botella de aceite alcance costes inasumibles para una familia española.

Es cierto que todos estos debates anteriores - igualdad, cohesión territorial o economía - son distintos entre sí. Que no conviene mezclarlos para que no se contaminen. Pero no es menos cierto que todos ellos tienen un orden jerárquico de importancia y de urgencia, y de tiempo a dedicar.

Ahí es donde estamos fallando: en el orden y en el tiempo necesario. Como si nos entretuviésemos en el detalle de un friso, sin tener la estructura proyectada. Como si llevásemos meses para elegir el Pantone(R) exacto de la carpintería, pero pasáramos por alto el cálculo de los cimientos.

La «coalición del falso progresismo» parece ser experta en desarrollar con tremendo detalle ornamentos en los que centremos nuestra atención obviando lo esencial. Así lleva pasando mucho tiempo y, especialmente, desde el comienzo de esta legislatura donde cada deficiencia estructural de Sánchez y sus socios se ha cubierto con un debate superficial en el que todos hemos caído sin pestañear.

Puede que Adolf Loos fuese excesivo al calificar el ornamento como delito, pero supo llamar la atención. No estaría mal que ahora, alguien nos llamase la atención para evitar que sigamos construyendo esta bonita casa llamada España decidiendo cómo va a ser la junta de dilatación de las losas de la azotea.

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