Oportunidades y calidad de vida
Y ese es el gran reto de Cádiz: ofrecer oportunidades desde el punto de vista laboral
Viajar es uno de los mejores placeres. Nos proporciona cultura, nos permite desconectar y evadirnos, así como, para los amantes del buen comer, conocer otras delicias culinarias. Desde las Baleares hasta Venecia, desde San Sebastián hasta El Cairo. Desde Nueva York hasta Tokio. Busquemos lo ... que busquemos siempre encontraremos un destino que se ajuste a nuestros gustos.
En muchos de estos viajes, quien va paseando por la ciudad puede llegar, en un alarde de imaginación, a idear dónde le gustaría vivir. Una vivienda en cualquier punto destacado de esa ciudad idílica que estamos visitando, siempre suele aparecer en nuestras mentes como un hipotético deseo. Sin embargo, si ponemos los pies en el suelo, pocas veces cuando viajamos nos imaginamos cómo sería vivir en el día a día en esa ciudad.
A muchas personas les ocurre que idealizan un lugar y deciden ir allí a vivir, para estudiar o trabajar y, tras un tiempo, acaban desencantados. Porque no es lo mismo ser turista que tener que cruzar toda la ciudad de punta a punta para entrar a trabajar a horas tempranas y regresar cuando la luz del día ha desaparecido. No es lo mismo visitar alegremente un lugar que estudiar una carrera universitaria exigente en la que, apenas, tienes tiempo para disfrutar. Además, en cualquier ciudad y, salvo excepciones, tendemos a movernos por las mismas zonas: donde vivimos y donde trabajamos y estudiamos; obviando el resto de lugares y encerrándonos en una «burbuja».
Igualmente, no solo la vida es distinta en un lugar entre un turista y quien viene desde fuera a vivir. También ocurre con la población autóctona. Si la ciudad no ofrece trabajo y oportunidades, si no tiene movimiento, quien nació allí puede llegar a sentirse «atrapado» en una cárcel de cristal.
En el siglo en el que vivimos la calidad de vida de las ciudades suele ser un cómputo entre muchas variables: clima, oferta cultural y gastronómica, oferta de vivienda, calidad del transporte público, servicios, limpieza y un largo etcétera. Sin embargo, para que una ciudad tenga calidad de vida real, debe ofrecer oportunidades para avanzar, sobre todo, en el ámbito laboral.
Cádiz para el visitante, para el turista y para el residente temporal - entendiendo por este término aquel que hace su vida en otro lugar y viene a «desconectar» porque tiene algún vínculo aquí - es un lugar con una altísima calidad de vida. Animado en verano, con fechas en las que la ciudad tiene actividad - sobre todo en Semana Santa y Carnaval - y con un carácter acogedor por naturaleza. Lo tenemos todo. De todas esas cosas son de las que disfruta, por lo general, un gaditano que resida permanentemente aquí. En cambio y, sin entrar, en los servicios de limpieza, transporte etc. que la ciudad ofrece, hay una falta evidente de oportunidades en la ciudad. Por eso muchos jóvenes se van y muy pocos vienen aquí de fuera a trabajar.
Y ese es el gran reto de Cádiz: ofrecer oportunidades desde el punto de vista laboral. Impulsando que nazcan empresas en el entorno de la Bahía, intentando que vengan desde otros lugares y también, igual de importante, siendo la ciudad que abandere que el «teletrabajo» debe ser una opción a la que toda persona, si su puesto se lo permite, pueda acceder. Vivir en Cádiz, con la posibilidad de crecer laboralmente pudiendo trabajar desde casa o en un entorno cercano, proporcionaría a la ciudad un posicionamiento en calidad de vida inigualable. Porque, además, una ciudad con más cotizantes, suele recaudar más y, por tanto, tener la posibilidad de ofrecer mejores servicios.
Ese es el gran reto. Dejar de ser una «ciudad museo» en la que la decadencia empieza a ser parte del decorado. Dejar de ser solo una ciudad en la que quien viene, piensa en qué vivienda le gustaría tener para veranear y empezar a ser, además, esa ciudad en la que las personas quieren venir a disfrutar pero, también a poder trabajar.