El ocaso de la fama

Porque, aunque en algún momento podamos llegar a pensar que el verano es eterno, septiembre está ahí para decirnos que el otoño acaba llegando

Miguel Ángel Sastre

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Aunque noviembre es el mes que, tradicionalmente, asociamos al final de la vida terrenal y, aunque diciembre sea la fecha en la que un año llega a su epílogo; septiembre tiene, también, cierto carácter de agua que deja de fluir y se acaba estancando.

En ... septiembre, la luz del verano, las tardes interminables, el sol radiante y las vacaciones, por lo general, comienzan a disiparse. Es el momento de volver a la rutina, al colegio, a la universidad, al trabajo y – según el caso - a la cruda realidad. Septiembre nos recuerda que todo periodo de esplendor tiene un inicio, pero, también, tiene un final. Septiembre es un espejo que refleja que la ociosidad, habitualmente, no es eterna.

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