Opinión

Normalidad andaluza

«El 28F andaluz, fue un ejemplo de que lo «normal y cotidiano», puede ser, también, atrayente.»

Pasó febrero con cierta prisa y, también su último día, el 28; Día de Andalucía que nos trae el recuerdo a los que aquí nacimos, sin importar edades, de momentos sencillos de la infancia: un desayuno de pan con aceite en el colegio, sevillanas, tanguillos y alegrías en un salón de actos y, cómo no, banderas blancas y verdes decorando paredes.

Y es que, la previa de ese día solía romper, con naturalidad, con la monotonía escolar del mes de febrero. No era una «macrofiesta», sino una celebración correcta, que cumplía su función.

Lo correcto, lo adecuado y lo normal parecen, sin embargo, ser cada vez menos valorados. Nuestro mundo parece buscar ya solo lo estridente y lo llamativo. Lo impostado. Sin embargo, si rascamos, vemos que, en el fondo, todos echamos con frecuencia de menos la «tranquilidad». Cuando lo «extraordinario» se convierte en frecuente, suele acabar siendo «ordinario», en el mal sentido de la palabra. Los últimos seísmos políticos que estamos viviendo pueden llevarnos a pensar que el liderazgo político de nuestro tiempo tiene que ir unido, indispensablemente, a romper de manera radical con las normas de educación y de respeto más básicas.

Sin embargo, el 28F andaluz, fue un ejemplo de que lo «normal y cotidiano», puede ser, también, atrayente. Más allá de la parte estética de la gala de las medallas de Andalucía, si vamos al desarrollo del acto, observaremos que, quienes fueron protagonistas de la gala o tomaron la palabra, actuaron con sentido común. Hablaron sin mensajes forzados ni basados en el rencor. Todos de forma distinta, pero bajo el paraguas común de la «normalidad». Tan natural fue todo, que hubo quién se arrancó, como consecuencia y de manera espontánea, a bailar.

Esto es algo que vale más de lo que pensamos. En un mundo que parece estar roto, el sur del sur, demostró que 8 provincias con particularidades pueden sumar a un proyecto común sin colisionar, que la cercanía y espontaneidad no están reñidos con la elegancia o hablar con claridad, y que la búsqueda de la excelencia son compatibles con la amabilidad y el buen humor. Un mensaje del que como andaluces deberíamos sentirnos orgullosos y que nos permite estar centrados en lo importante de la vida.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios