OPINIÓN

La gran mentira

Esa «gran mentira» es la que lleva «proyectando» a la población el sector izquierdo del tablero político desde tiempo atrás

Dentro de los géneros cinematográficos que existen, el «thriller psicológico» es posiblemente uno de los que más me gustan. Películas como «Shutter Island» o más recientemente «Los renglones torcidos de Dios» son capaces de mantener al espectador atento durante toda su duración. La receta se ... basa en ir provocando vueltas de guión constantes que desembocan en un giro final en el que, generalmente, nada de lo que creíamos haber visto se parece a la realidad. Los malos suelen convertirse en buenos y los que aparentaban bondad pueden llegar a ser monstruos.

La política en general y la española en particular se ha convertido en el último tiempo en una suerte de «thriller» con una trama eterna. Sin embargo, este largometraje cada vez tiene más parecido al subgénero de tipo «psicológico». De eso, hace dos años por estas fechas, precisamente hablamos en otra columna que analizaba los «laberintos mentales» a los que estaban sometidos los españoles en cada hecho de actualidad que aparecía. Laberintos que escondían la verdad.

Y es que, gracias al control de los resortes del poder, especialmente del poder mediático, desde ciertos sectores de la política se creaban imágenes simples que se proyectaban a los ciudadanos de este país para engañarlos de tal forma que el villano pareciera un héroe, y los buenos fueran temidos.

Pero nada es eterno y, aunque seguramente queden giros de guión pendientes, en algunas cosas parece que esta historia de sobresaltos y proyecciones imaginarias está llegando a su final. En concreto, hay dos hechos en los que los espectadores pueden ver que lo que el guión original y oficial nos contaba no era cierto.

Por un lado, la corrupción. El «número 1·» de esta historia llegó al poder en 2018 justificando que él y su gente eran los abanderados de la regeneración institucional. Para tal puesta en escena, el «telonero» de su discurso fue José Luis Ábalos. Irónico, ¿verdad? Menos de 7 años después, es un giro maravilloso del guión que ahora también parezca, de nuevo, el telonero, pero, en este caso, del mar de escándalos que rodean a este Gobierno.

Por otro, la superioridad moral. Desde el 2014 hasta ahora, hubo una serie de personas que se dedicaron a incendiar el debate político en España, haciendo que este se volviera irrespirable: con escraches a quienes no pensaran como ellos y con la deshumanización del adversario. La coartada era un «bien superior» que ellos prometían. Curiosamente, el estallido de todo lo que tiene que ver con la «cara siniestra» de Errejón ha puesto una reflexión encima de la mesa que también se relaciona con lo anterior: ¿era todo una gran mentira? Parece ser que sí. La moraleja, sin duda, es que, como en las películas, no te fíes nunca del que defiende una causa de manera que roza lo irracional. Puede que tenga algo que ocultar.

Esa «gran mentira» es la que lleva «proyectando» a la población el sector izquierdo del tablero político desde tiempo atrás. Y es que, con el tiempo se empezó a demostrar que sus políticas no garantizaban la igualdad entre quienes más y menos tienen, sino que eran generadoras de más pobreza en vez de crear riqueza para todos. Fue entonces cuando se abanderaron otras causas, entre ellas las que tenían que ver con definir comportamientos morales, por ejemplo, la relación entre hombres y mujeres. Esas también se han demostrado artificiales.

Nadie duda que personas buenas y malas las encontramos en todas las ideologías. Sin embargo, cuando este «thriller» parece estar descubriendo sus cartas; es hora de que quienes «generaban miedo» y parecían «los malos» salgan de las tinieblas y expliquen a los espectadores que la realidad consistía, en gran parte, en lo contrario. Lo que ocurría era que los realmente villanos los habían estado engañando.

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