Opinión
Lo fácil, lo difícil
«De las tragedias extraemos que, en el día a día, en lo cotidiano, nos complicamos la vida, haciéndola difícil hasta que un golpe de realidad nos despierta»
Al escribir un artículo, suelen producirse dos situaciones. La primera es tener más o menos claro el contenido, la estructura y el desarrollo. La otra opción es comenzar a escribir a partir de una frase o una idea que ronda la cabeza, dejando que ... sean las palabras las que guíen el camino.
Ese es el caso de esta columna. Con lo ocurrido, uno no sabe por dónde empezar. Podría parecer fácil elegir el tema a tratar: la desolación en la que estamos hundidos por la desgracia de la DANA, que ha arrasado una parte de España y, muy especialmente, la provincia de Valencia. Escribir sobre esto parece, incluso, algo obligatorio. Sin embargo, cuando ocurren hechos así, elegir el tema es sencillo, pero escoger su enfoque es increíblemente difícil.
Primero, porque ya se ha dicho casi todo. Es complicado aportar algo a quienes hablan con rigor y alejarse de quienes, desde la comodidad del sofá, pontifican sin haber comprado una mísera garrafa de agua para la causa.
Segundo, porque estos temas suelen tener multitud de aristas: técnicas, políticas, económicas o sociales. Incluso aspectos que van más allá de lo humano. Aristas que hacen que cada opinión pueda quedar obsoleta en cuestión de minutos por los hechos que se van sucediendo.
Por eso, quizá la manera de emitir un análisis algo más reposado sobre todo esto sea intentar elevarnos para ver el mapa completo. Uniendo puntos de sucesos trágicos anteriores veremos imágenes parecidas. Por un lado, el hecho de que siempre hay quien intenta politizar el dolor, en vez de mitigarlo. Por otro, que la población, en general, se conciencia rápidamente con estos sucesos, y las ganas de ayudar, por distintos motivos, son inmensas. Por último, que cuando pasa un tiempo prudencial, todo se diluye y solo recuerdan día a día los hechos quienes padecen las consecuencias. Es decir, desgraciadamente, nuestra memoria es muy corta. Por eso, ojalá, dentro de unos meses, en navidades sin ir más lejos, la ayuda y la implicación no disminuyan, a pesar de que otras cosas invadan la actualidad. Porque también tenemos memoria de «pez» para recordar el hecho fundamental que nos enseñan este tipo de situaciones: lo realmente importante en la vida.
Vivimos condicionados por detalles ¿Cuántos nos hacen ser infelices y nos agobian? Desde un transporte que se retrasa unos minutos hasta un plan que no sale, pasando por una mala palabra o una crítica injusta. ¿Cuántos de los afectados esa misma mañana estarían preocupados por esas «migajas»? Sin embargo, su historia nos demuestra cómo todo puede cambiar en unos minutos.
Por eso, de las tragedias extraemos que, en el día a día, en lo cotidiano, nos complicamos la vida, haciéndola difícil hasta que un golpe de realidad nos despierta. Y en la política, como reflejo del funcionamiento humano que es, ocurre lo mismo. La política actual, no solo en España, sino también a nivel mundial, vive condicionada por el marketing, el corte en redes, el eslogan y el «zasca».
Y habrá quien se pregunte: ¿Cuánto barro del suelo se limpia con un corte en redes sociales? ¿Cuántos eslóganes son necesarios para mover una caja con ropa y mantas? ¿Con cuántos «zascas» al adversario reparamos la vida de quienes han perdido todo?
Cuando no hay urgencias, nos entretenemos en estas cosas. Pero cuando ocurre algo así, solo la política eficaz, la que no se mira el ombligo, es la que sirve. Y esa es la que debería quedar en pie. Ya hemos vivido otras situaciones similares y, desgraciadamente, casi todo siguió de manera similar. Igual que en nuestras vidas que, tras una preocupación real, volvemos a centrarnos en lo diminuto.
Tanto en la política como en la vida en general, lo que necesitaríamos es dejar de hacer de lo sencillo algo complicado, porque hay veces, como en estas desgracias, en las que para sobrevivir necesitaremos hacer de lo difícil algo mucho más fácil.