Opinión
Esto también es cosa nuestra
«Puede que quieran que creamos que esto no va con nosotros, pero hay que demostrar que sí que nos importa y mucho»
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La semana pasada la OCDE, organización de referencia en el desarrollo económico de las naciones, emitió un informe demoledor para España. En sus páginas se decía, sin anestesia, que nuestro país era, posiblemente, de toda la Unión Europea, en el que los jóvenes tenían menos ... oportunidades de desarrollar su proyecto de vida.
Puede que eso sea consecuencia de arrastrar problemas desde tiempo atrás, pero no es menos cierto que quienes nos gobiernan ahora - en funciones - además de estar entretenidos con su propia supervivencia, están empeorando todo lo que nos rodea.
Nos venden que el hecho de que ellos gobiernen, a cualquier precio - amnistía, referéndum y lo que sea necesario incluidos - como algo imprescindible para seguir avanzando, pero la realidad es la contraria: todo lo que tocan, lo dejan tiritando. Desde el ejemplo de la destrucción de oportunidades en Andalucía cuando gobernaban, hasta cómo han conseguido que el AVE, garantía de puntualidad, ahora sea lo opuesto, el medio de transporte menos fiable. El último ejemplo reciente: la Ley de vivienda, con un 30% menos de oferta disponible después de la limitación y subidas de precios en el alquiler. Una medida que también ha sido rechazada por la OCDE.
Hay quien puede pensar que a la generación joven no les interesa la política y mucho menos la amnistía, porque nos suena como algo lejano.
Sin embargo, debería preocuparnos porque nos afecta y mucho, a lo más inmediato y al futuro. De primeras, la política organiza lo que tiene que ver con nuestros retos básicos: formación, empleo, salud mental, emancipación, vivienda o libertad para movernos. Pero también influye en otras cosas no tan inmediatas: en nuestro futuro y en el de quienes forman una familia y tienen hijos. Influye en qué pasará con nuestra pensiones. Influye en qué leyes hay en un territorio determinado y cómo se aplican.
Por eso, gobernar cueste lo que cueste, retorciendo la legalidad, también afecta a los jóvenes. Porque ese hecho, sienta un precedente muy peligroso en el que la ley se aplica directamente dependiendo de quien gobierne. En el que los privilegios son para quienes tienen capacidad de influir para poner o quitar a un presidente. A medio y largo plazo, esa ausencia de certezas en lo que está bien o está mal, en la importancia de las leyes, nos puede dejar una España que, a la mínima, se desmorone. Una España en la que todo vale por el poder.
Nuestra generación empieza a tomar las riendas de puestos de responsabilidad en muchos ámbitos. Sin ir más lejos, hasta en la monarquía española, la Princesa de Asturias, que hoy jura la Constitución en el Congreso de los Diputados, empieza a tener cada vez más protagonismo junto a la figura de su padre, el Rey.
Por eso, es importante que, coincidiendo con esa madurez en la que todos vamos entrando, con ese aumento de responsabilidades, tengamos claro la España de oportunidades que queremos, que es necesaria construir y que, algunos están intentando arrebatarnos. Cada uno en su lugar: política, medios de comunicación, empresas, funcionariado o estudiantes. Pero todos, en el día a día, abriendo los ojos a quienes aún los tienen cerrados y reivindicando una España en la que se resuelvan los problemas que ya existen, en la que no se creen otros nuevos y artificiales y en la que se genere prosperidad. Prosperidad y oportunidades especialmente para nuestra generación. Algo que el desmontaje de nuestras leyes y nuestra Constitución aleja cada vez más.
Puede que estemos cansados, porque parece que todo vaya a peor y que vivimos en una crisis permanente. Eso es lo que quieren: agotarnos. Puede que quieran que creamos que esto no va con nosotros, pero hay que demostrar que sí que nos importa y mucho. Nuestra generación es joven y, por eso, tiene la energía suficiente como para no rendirse. Para conseguir que, aunque todo parezca perdido, esto no se quede así. Y es que esto, también es cosa nuestra.