Estación de penitencia
En el tiempo en el que vivimos, una salida procesional permite un auténtico milagro: que desconectemos del mundo exterior
Llegó un año más la Semana Santa. Este año sin pandemias y, de momento, con un tiempo atmosférico favorable. Durante de esta semana miles de gaditanos, así como decenas de miles de andaluces y españoles realizarán estación de penitencia con alguna hermandad en diferentes puntos ... del territorio de nuestro país.
La Semana Santa, como otras fiestas tradicionales, es época de reencuentro y de compartir vivencias con personas cercanas. También es tiempo, cómo no, de estar en la calle y disfrutar de lo que nuestra ciudad nos ofrece. Es por esto, que el pulso de las ciudades, con este tipo de eventos se acelera de manera exponencial: los establecimientos, sobre todo, los de hostelería funcionan a todo gas.
Sin embargo, a diferencia de otras celebraciones, en la Semana Mayor no todo es jolgorio. La Semana Santa es momento, también, de recogimiento, no solo para quien desde fuera ve las procesiones discurrir sino, sobre todo, para quien las vive en primera persona. Y es que, desde la acera, muchas veces corremos el riesgo de tomarnos estas fechas como si fuesen una feria, un carnaval o una cabalgata más. En cambio, formando parte, debajo de un hábito, deberíamos encontrar mucho mejor el sentido de todo esto.
En el tiempo en el que vivimos, una salida procesional permite un auténtico milagro: que desconectemos del mundo exterior durante varias horas algo que, ni siquiera, hacemos cuando vamos al cine. No existen los mensajes o las redes sociales en ese rato. Por lo general y, salvo alguna distracción puntual, en esas horas únicamente estamos nosotros y nuestra mente. Solo estamos nosotros y nuestros deseos, penas, alegrías, recuerdos a seres queridos en la tierra y en el cielo, arrepentimientos, proyectos de futuro y, por supuesto, nuestra relación con la Fe.
Pero, también, esas horas son una metáfora de la vida. Una estación de penitencia nos enseña que, en nuestro día a día, cualquier reto lo empezamos con fuerza y con ánimo pero, con el tiempo, las fuerzas pueden flaquear. Sin embargo, también extraemos de ella que en nuestra resistencia mental está la clave de poder seguir y resistir frente al cansancio. Nos enseña que, a veces, algunos soportan cargas más pesadas que las nuestras y que las llevan con mayor entereza. También una estación de penitencia es sinónimo de Humildad y Paciencia. Humildad para saber cuál es nuestro papel en esa procesión y no creernos el centro del universo, así como Paciencia para entender que todo llega y que las cosas no siempre salen como las deseamos. Esas horas, como la vida, tienen un principio y un fin, y en ellas, generalmente, aparcamos todas nuestras necesidades humanas o aprendemos a saber contenerlas. Una estación de penitencia es, en definitiva, una alegoría de nuestra vida a través de un camino de fe.
Hacer estación de penitencia es, por tanto, un tesoro en el mundo de hoy. Algo que, incluso, si hablamos de la tan necesaria en la época actual «salud mental», puede ser un aliado fundamental. Porque no hay mejor salud mental que poder sentirse acompañado y tomar decisiones, en tu «yo» más interno, sabiendo que alguien te está guiando. No hay mejor salud mental que escucharnos a nosotros mismos durante varias horas en compañía de nuestra Fe.
Como en otras muchas cosas, tenemos en nuestro país, en nuestra región, en nuestra provincia y en nuestra ciudad, diamantes en bruto que no sabemos pulir y exportar. Las salidas procesionales y hacer estación de penitencia es, sin duda, uno de ellos.