OPINIÓN

Espíritu emprendedor

Por tanto, «emprender» es algo que todos podemos y deberíamos hacer para que nuestro alrededor prospere

A lo largo de la historia, nuestro mundo ha avanzado gracias a que, en un momento, ciertas personas tuvieron ideas brillantes, inicialmente criticadas, que puestas en práctica, cambiaron a mejor nuestras vidas.

Científicos, inventores, políticos o empresarios que pensaron de manera diferente a lo común ... y generaron una «pequeña gran revolución» en su entorno cercano. Personas que «emprendieron» un proyecto, del tipo que fuese, que acabó repercutiendo positivamente, en ocasiones, en toda la humanidad.

Dicen los expertos en «emprendimiento» que, aunque generalmente asociemos ese término al mundo empresarial, es algo que está presente en muchas situaciones de nuestra vida. Cada vez que alguien, como decíamos, pone en marcha una idea nueva o inicia un proyecto, en principio, está «emprendiendo». Por tanto, «emprender» es algo que todos podemos y deberíamos hacer para que nuestro alrededor prospere.

Incluso en la política que parece, a veces, inmersa en un bucle, deberíamos diariamente empeñarnos en emprender nuevos proyectos e implementar ideas que sean distintas y capaces de generar impacto positivo, aunque al principio, ni nuestro entorno cercano las comprenda.

Solemos escuchar el mantra de que a los españoles nos falta «espíritu emprendedor». Leemos titulares de que la apuesta laboral preferida de los jóvenes es conseguir trabajar con una plaza vitalicia en la administración, en vez de optar por montar un negocio propio, algo que, a la larga, es insostenible para cualquier país. Sin embargo, la culpa de este hecho puede que no sea de quien quiere seguir ese camino, sino de quien no ha sido capaz de mostrarle, de manera atractiva, otro alternativo.

Si la educación y formación que solemos recibir, tanto en el colegio como en la universidad, es demasiado mecánica y no tiene como prioridad, generalmente, fomentar el pensamiento crítico, la creatividad o la proactividad, es muy difícil que las nuevas generaciones quieran tomar una ruta distinta a la que parece dibujada. Si no enseñamos conocimientos básicos del mundo de la empresa a todos los alumnos, independientemente de la rama de asignaturas que estén estudiando, es difícil que inicien una aventura de este tipo. Si, además, los pocos que se lanzan en un momento determinado a emprender, lo que encuentran es, por un lado, una jungla de burocracia en la que acaban perdidos y por otro, un lastre permanente en forma de impuestos cuando, en muchas ocasiones, todavía ni han comenzado a recuperarse de la inversión inicial, el panorama es lógico que sea, en principio, desolador. Si a eso sumamos que la figura del empresario no suele tener el reconocimiento cultural y social que debería, y es frecuentemente atacada, podemos echar, directamente, el cierre de ese intento de «negocio».

En una nación en la que casi el 90% de nuestra economía se basa en pequeñas y medianas empresas, deberíamos dar prioridad a fomentar y facilitar que nuevos proyectos empresariales puedan desarrollarse bajo ese triángulo necesario: más conocimiento, menos burocracia y más incentivos fiscales, que amortigüen el pago de impuestos.

Debería ser una prioridad no solo para que nuestra economía funcione mejor, con más actividad y más empleos y, por tanto, haciendo que el proyecto de vida de cualquier español esté mejor respaldados, sino, también, porque con un mayor número de emprendedores seguro que nacerían nuevas iniciativas que saquen todo el potencial que tenemos en España, mostrándolo a todo el mundo.

Somos un lugar maravilloso, por nuestra gente, patrimonio natural, cultural y gastronómico, que a veces parece un diamante por pulir, entre otras cosas, por la falta de impulso a la «mentalidad emprendedora», que, además, algunos sectores, parecen interesados en destruir y dormir. Y es que, ese camino alternativo, cuando lo hemos cogido, a lo largo de la historia, como allá por 1492, no hay duda de que nos ha llevado a ser los protagonistas de las grandes hazañas de la humanidad.

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