Enredados

Pero, a pesar de todo lo anterior, hay dos elementos que, si no se tienen en cuenta, provocan que las redes sociales pierdan utilidad y eficacia, convirtiéndolas en algo banal

Para generaciones anteriores, la aparición de el teléfono, la radio o la televisión, supuso una revolución incomparable. En lo que llevamos de siglo, han sido las redes sociales la palanca que ha generado ese cambio de paradigma.

Las redes han sustituido a muchas de las ... actividades que antes hacíamos por otras vías: desde informarnos sobre un tema, hasta consultar una receta de cocina, pasando por recordar cuál es el cumpleaños de un amigo o ligar con la persona que nos gusta.

En el ámbito mediático son capaces de destapar un bombazo informativo o hacer que éste se haga incontrolable. No importa que sea una infidelidad sentimental, un fallecimiento o un escándalo político; las redes arden cuando una noticia de interés estalla.

En principio, aparentemente, podrían dar la sensación de ser burbujas herméticas. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. El flujo informativo de nuestro tiempo suele tener a las redes sociales como el detonador que explota bombazos informativos, ya que la gran mayoría de periodistas «pescan» asuntos de interés ellas. De un tweet suele aparecer una noticia en un diario digital y, de ahí, si el contenido es interesante, habitualmente salta a otros medios de mayor implantación: principales diarios de tirada nacional, radios y televisiones.

Las redes son, por tanto y a nivel informativo, un arma de doble filo. Sin embargo, bien utilizadas, para empresas, instituciones, o partidos políticos, son la vía más rápida para colocar mensajes y poner asuntos en el centro de muchas miradas.

En el plano político, la diferencia fundamental entre generaciones previas – la de la Transición, los años 90 o comienzos del 2000 – y la actual, reside en que la imagen que nos forjábamos de un político, antiguamente, se basaba, única y exclusivamente en lo que los medios nos contaban de él. Sin embargo, en la era actual, podemos saber perfectamente qué hace un representante público en cada momento, de primera mano. Algo que normalmente se controla al milímetro por los equipos que trabajan a su alrededor y, casi siempre, por ellos mismos. Porque, lo que se nos muestra en redes sociales de un cargo público, suele calar más que lo que un medio de comunicación pueda decir de él.

De hecho, muchos medios, acaban adaptándose y moldeando sus mensajes en función de lo que aparece en los perfiles existentes en estas plataformas. Las redes sociales son el altavoz más directo para crear una marca personal y darse a conocer.

Pero, a pesar de todo lo anterior, hay dos elementos que, si no se tienen en cuenta, provocan que las redes sociales pierdan utilidad y eficacia, convirtiéndolas en algo banal.

Lo primero, es el control de la información. El saber de lo que se está hablando, para hablar con propiedad. Uno de los mayores tiros en el pie que se puede dar un representante público es una equivocación mayúscula en redes sociales porque, como decíamos, acaba trascendiendo rápidamente. Para eso, no se puede opinar de cualquier cosa: hay que formarse, estudiar, dejarse aconsejar y tener una cultura y conocimientos lo suficientemente amplios como para hablar de un tema.

En segundo lugar, olvidar que la política se hace en la calle. Las redes deben ser un medio no el fin. Sobre todo, en la política municipal – la más pura y directa – hay que pisar la calle y escuchar a quienes son los jefes: los ciudadanos.

Estas dos ideas, son especialmente importantes para las generaciones más jóvenes. Porque son las que piensan que, con una foto, está todo hecho, pero no es así. La solución es formarse y aprender cuáles son las claves que complementan a las redes sociales. Ese es el camino, no hay otro. Si nos olvidamos de esto, correremos el riesgo de caer enredados en esta gran tela de araña que son las redes sociales.

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