OPINIÓN
Condensadores sociales
En cambio, a pesar de todo, aunque haya que esforzarse en mejorar el acceso a la vivienda en nuestra ciudad, como en otras muchas, ésta tiene algo en la que destaca sobre las demás: su capacidad de «condensación social» de manera natural
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Hoy por hoy, la falta de vivienda se ha convertido en uno de los principales retos que tenemos como sociedad. Para resolverlo vemos dos modelos muy claros: por un lado, que el Estado controle todo lo relativo a la vivienda; normalmente fallido. Por otro, que ... el Estado no intervenga en exceso en la acción del mercado favoreciendo que este se equilibre hasta que permita que cada persona pueda acceder a una vivienda. Algo que necesita del largo plazo para funcionar.
Este reto no es exclusivo de nuestro país, siendo un problema que se observa en diferentes lugares de Europa. Tampoco es exclusivo de nuestro tiempo, porque casi todas las civilizaciones han reflexionado sobre la vivienda y diferentes circunstancias asociadas a ella con mayor o menor acierto.
Es, quizás en el siglo pasado, en el siglo XX, cuando más se profundizó en la vivienda como concepto y, sobre todo, en cómo nuestra manera de habitar influía e impactaba el entorno en el que vivíamos.
En la Rusia de ese siglo, apareció el concepto de «condensador social» en el que se impulsaba que las personas que residían en un determinado bloque interactuasen entre sí. Un concepto que más allá de favorecer el acceso a la vivienda, «facilitaba» que los vecinos de ese lugar tuviesen que convivir compartiendo servicios comunes como la cocina, la lavandería, la guardería o zonas de ocio. De esa forma se favorecía la interacción social en esa época entre habitantes de un determinado lugar. Algo, aparentemente positivo, pero que acababa «asfixiando» la libertad de los individuos que allí residían al encontrarse desconectados de otros lugares donde poder hacer lo que quisieran con tranquilidad y, además, acababa fracasando por la eficacia de ciertos servicios comunitarios.
Por otro lado, también en el siglo XX, sobre todo en Estados Unidos, aunque el fenómeno se extendiese a otras partes del mundo, se implementó el concepto de «edificios de uso híbrido» que, frente a la falta de suelo, concentraba en una misma manzana y construyendo en altura diferentes actividades: vivienda, gimnasio, oficinas, talleres, entre otros. Algo que mejoraba la relación entre el edificio y la ciudad.
En la actualidad, la mayoría de ciudades tienen escasez de vivienda y otras muchas necesitan mejor integración social. Sin ir más lejos el lugar donde vivimos, Cádiz está buscando resolver el reto de la vivienda. Las soluciones no son sencillas pero, sin embargo, no pasan en absoluto por restringir sino por ampliar el abanico de alternativas.
En cambio, a pesar de todo, aunque haya que esforzarse en mejorar el acceso a la vivienda en nuestra ciudad, como en otras muchas, ésta tiene algo en la que destaca sobre las demás: su capacidad de «condensación social» de manera natural. Y es que, en nuestro Cádiz, sobre todo después de operaciones de regeneración urbana como el soterramiento de la vía del tren, las tensiones sociales, prácticamente, se extinguieron. En una misma zona de la ciudad conviven personas de rentas distintas y modos de vida diferentes y lo hacen, por lo general, en paz. Igualmente, el ocio también suele ser así. En un mismo bar o taberna, se juntan distintas generaciones sin complejos ni reparos para su ocio nocturno o diurno. Las cofradías, el Cádiz Club de Fútbol o el carnaval, también ayudan a esta convivencia aunque pueda parecer banal.
Un deseo inalcanzado en otros lugares de nuestro mapa en los que la segmentación por zonas y las tensiones sociales fomentan la delincuencia, la inseguridad y la marginalidad.
Por eso, aunque en España tengamos un reto vinculado a la oferta de vivienda que se superpone con otro relacionado a la convivencia entre personas, Cádiz tiene una ventaja sin duda. Y es que, frente a la imposición en la manera de vivir, nuestra ciudad, de manera natural, ha conseguido «condensar» sus relaciones sociales. Para que todos podamos vivir en paz, y aprovechemos esta posición privilegiada para resolver otros retos que tenemos, a nivel nacional y mundial, como sociedad.