opinión
Cifras y letras
Las matemáticas y las ciencias son fundamentales para avanzar, para entender cómo funciona el universo y para impulsar la lógica y la reflexión
Una de las mayores decisiones que se toman en la etapa escolar es elegir entre «ciencias» o «letras». Elegir letras como itinerario académico, se asocia, a veces, a intentar no volver a encontrarse con asignaturas como matemáticas, física o química. Y es que, es común ... que a algunos estudiantes, incluso buenos en otras materias, se le atraganten los números.
Las ciencias siempre han tenido la dificultad añadida de que, aunque entiendas muy bien el temario, aunque hayas estudiado muchas horas y creas controlar todos los ejercicios, puede aparecer un examen con trampas en el que acabes tropezando. Muy especialmente, quienes hayan estudiado carreras técnicas sabrán de lo que les hablo.
Ese miedo a las ciencias por el riesgo de tropezar aunque estudies, por la frustración de esforzarte y no ver resultados inmediatos, entre otros motivos, ha hecho que, históricamente, estas asignaturas sean vistas a menudo como el «coco» de la enseñanza. Algo que provoca, también, que muchos alumnos desconecten de esas materias y se limiten, cuando no tienen más remedio, a intentar aprobar como sea, sin importar si aprenden o no.
Esa situación es una pena y es preocupante. Primero porque las ciencias sirven para entender mejor el mundo que nos rodea, pero, sobre todo, para abrir la mente, aprendiendo a dudar y a razonar con lógica. Algo esencial en el tiempo que vivimos. Segundo, porque enseñan a canalizar mejor la frustración ya que, incluso el alumno más brillante, a veces, cae en un examen. Tercero porque, en el mundo de hoy, son especialmente necesarias para las profesiones relacionadas con la tecnología.
Cada vez que PISA analiza el nivel de matemáticas y de ciencias que tiene el sistema educativo español, los resultados son desoladores, salvo en casos muy concretos. Una nación que no apuesta por el impulso de la ciencia desde la base, se estanca. Necesitamos nuevos talentos, y necesitamos cuidarlos para que no se vayan de España. En paralelo, curiosamente, en compresión lectora, según este informe tampoco nos va bien. Por lo que ambas ramas no están funcionando, ni siquiera, como vasos comunicantes en la que una sube y la otra baja.
Hemos desterrado, por tanto, el ideal de conocimiento del renacimiento, basado en manejar con destreza las ciencias, las artes y las letras. Ahora se nos atragantan todas y quedan muy pocas profesiones que las integren. Es llamativo, también, relativo a esto, la escasez de políticos cuya formación y profesión provenga de una rama relacionada con la ciencia y la técnica. Somos pocos y sería bueno que fuéramos más, entre otros motivos, para poder abordar ciertos temas complejos, pero importantes, con interés, rigor y sin limitarnos a eslóganes.
En resumen, vemos un sistema que cada vez separa más las «cifras y letras» pero que, además, no consigue elevar el nivel en ninguna de ellas. Hay que reaccionar: enseñar a normalizar la frustración que, a veces, producen estas asignaturas, reconocer la figura de los docentes que saben explicar con destreza, emplear más horas de calidad o premiar la cultura del esfuerzo y el sacrificio son algunas soluciones. También es esencial apoyar programas educativos que impulsan vocaciones científicas y las despiertan - por ejemplo Investiga I+D+i - que motivan a seguir estudiando ciencias. Por extensión, otro día, podríamos abordar en un artículo otros retos: las barreras de nuestros científicos para investigar, así como que impulsar la ciencia debe ser compatible con la literatura o la historia.
El conocimiento nunca sobra y nos hace más libres. Las matemáticas y las ciencias son fundamentales para avanzar, para entender cómo funciona el universo y para impulsar la lógica y la reflexión. Algo que hoy, por culpa de las opiniones con caracteres limitados o de los vídeos virales, es cada vez más difícil de encontrar que la solución de la integral más compleja de resolver que podamos imaginar.