OPINIÓN

¿Política o reality show?

Y ahora, con un gabinete que parece sacado de un casting seleccionado para maximizar el impacto mediático, la pregunta no es tanto qué hará el próximo inquilino de la Casa Blanca en su segundo mandato, sino cómo y con quién lo hará

Donald Trump está de vuelta. En enero de 2025, tomará posesión como líder de los Estados Unidos por segunda vez tras una victoria que, para muchos, parecía improbable hace apenas unos años. Sin embargo, si algo ha demostrado el polémico empresario es que la improbabilidad ... es su zona de confort. Y ahora, con un gabinete que parece sacado de un casting seleccionado para maximizar el impacto mediático, la pregunta no es tanto qué hará el próximo inquilino de la Casa Blanca en su segundo mandato, sino cómo y con quién lo hará.

Uno de los nombramientos más comentados esta semana es el de Elon Musk como director del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). El empresario sudafricano, el responsable de Tesla, SpaceX y una serie de proyectos que oscilan entre lo visionario y lo excéntrico, parece una elección natural para un mandatario que ha hecho del espectáculo su marca personal. Musk no solo es un hombre de negocios de éxito sino también una figura que sabe cómo atraer la atención mediática. En cierto sentido, encarna el espíritu del nuevo gobierno: una mezcla de audacia, controversia y promesas de un futuro brillante que siempre parece estar a la vuelta de la esquina.

Pero ¿qué significa realmente tener a alguien como Musk en una posición clave del gobierno? Para empezar, es probable que veamos un enfoque aún más agresivo hacia la desregulación y la privatización. El visionario dueño de X ha sido un crítico feroz del intervencionismo estatal en temas como las energías renovables y la industria automotriz. Con él al mando, podríamos ver una aceleración en la transición hacia tecnologías disruptivas, aunque con menos atención a las consecuencias sociales o ambientales que estas puedan tener.

Otro nombre destacado en el equipo Trump es el del empresario y político Vivek Ramaswamy. Junto con el acaudalado Elon compartirá responsabilidades creando un dúo que promete «desmantelar la burocracia gubernamental» con la misma determinación con la que otros construyen cohetes espaciales.

Sin embargo, lo más interesante no son solo los nombramientos individuales, sino cómo estos reflejan una visión más amplia del gobierno como entretenimiento. El antiguo presentador de televisión- sí, Trump también lo fue para la NBC- siempre ha entendido la política como una extensión de su carrera mediática. En lugar de rodearse exclusivamente de tecnócratas o expertos en políticas públicas, ha optado por figuras capaces de generar titulares y alimentar la narrativa populista que le llevó al poder en 2016 y le ha devuelto a la Casa Blanca en 2024.

Marco Rubio, por ejemplo, será el próximo secretario de Estado. El senador por Florida y el presidente electo tienen una historia complicada: fueron rivales acérrimos durante las primarias republicanas de 2016, pero desde entonces han encontrado el consenso en temas como la política exterior hacia América Latina y China. Con Rubio al frente del Departamento de Estado, podemos esperar una postura más dura hacia regímenes autoritarios como los de Venezuela o Cuba, así como una intensificación del conflicto comercial con el gigante asiático.

Otra designación sorprendente es la de Robert F. Kennedy Jr., quien ocupará un puesto clave en la administración como asesor especial en temas relacionados con salud pública. El heredero de la dinastía Kennedy, conocido por sus posturas antivacunas y sus teorías conspirativas sobre la covid-19, representa una elección controvertida incluso dentro del propio partido republicano. No obstante, su inclusión en el equipo refleja la habilidad del abogado convertido en político para cooptar figuras disidentes y convertirlas en parte integral de su narrativa.

El gabinete suma también a figuras como Pete Hegseth, un presentador de Fox News que dirigirá el Pentágono y a la gobernadora Kristi Noem nominada para administrar el Departamento de Seguridad Nacional. La que fue gobernadora de Dakota del Sur hasta 2019 saltó a la fama por confesar que había matado a su perro a tiros. Un hecho que, en la era Trump, es apenas una línea más en un currículum peculiar.

Sea como fuere, lo único que podemos hacer ahora es sentarnos y ver cómo se desarrolla este experimento de gobierno-espectáculo. Aunque, conociendo a los protagonistas, es probable que no tengamos que esperar mucho para sorprendernos con los giros de guion. El show solo acaba de empezar.

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