OPINIÓN
La paradoja del salario mínimo
El equilibrio entre mejorar las condiciones de los trabajadores y mantener un entorno favorable para el empleo es más delicado que nunca
La reciente subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) a 1.184 euros mensuales en 14 pagas ha generado más sombras que luces. Lo que se vendió como un avance social se ha transformado en una paradoja: un aumento salarial que se diluye gracias a la ... voracidad del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF).
Yolanda Díaz, adalid de los trabajadores, ha puesto el grito en el cielo contra Hacienda, liderada por María Jesús Montero. La ministra de Trabajo alega que no ajustar el IRPF al nuevo SMI es un golpe bajo para quienes menos tienen. Montero, por su parte, defiende la necesidad de contribuir a las arcas públicas para sostener el Estado del Bienestar así como los futuros aumentos del salario mínimo, cuando lleguen. Un debate que, como suele ocurrir, al final se libra a costa del bolsillo de los ciudadanos.
La discusión sobre si el incremento del SMI es bueno o malo para la economía es un clásico a parte. Unos argumentan que mejora la calidad de vida; otros, que asfixia a las pequeñas y medianas empresas, incapaces de asumir los nuevos costes laborales. La realidad, como siempre, es más compleja.
Lo cierto es que, con la nueva tributación del IRPF, aproximadamente el 20% de los trabajadores que perciben el SMI verán cómo una parte de su subida salarial se esfuma en impuestos. Un jarro de agua fría para quienes esperaban un respiro económico. El perfil más afectado, según los expertos, es el del trabajador soltero y sin hijos. Es decir, aquellos que no pueden desgravarse ni al perro.
Sea como fuere, la economía española se encuentra en una encrucijada. Las decisiones que se tomen hoy tendrán consecuencias mañana. El equilibrio entre mejorar las condiciones de los trabajadores y mantener un entorno favorable para el empleo es más delicado que nunca. Y, mientras tanto, el SMI se convierte en un arma de doble filo: un espejismo de prosperidad que se desvanece al pasar por la ventanilla de Hacienda.