OPINIÓN
¿Y si el mundo fuera distinto? Desenchufados
Sin duda la tecnología ha traído consigo innumerables beneficios pero también ha creado nuevas dependencias y desafíos
En este mundo hiperconectado, donde la tecnología se ha convertido en una extensión de nosotros mismos, resulta casi imposible imaginar una vida sin ella. ¿Qué pasaría si de repente nos viéramos despojados de WhatsApp, televisión, internet y teléfonos móviles? ¿Cómo sería nuestra existencia sin estas ... herramientas que hoy damos por sentadas?
Adiós a las notificaciones de Whatsapp, al estado de mi perfil -que por cierto hace 10 años que no actualizo como me señalaban esta semana, haciéndome pensar solo en qué tipo de persona se fija en ese dato-, y a la respuestas inmediatas. Las conversaciones volverían a ser pausadas, como un paseo lento en comparación con la frenética marcha nórdica. Las respuestas requerirían de una espera y las charlas, sin la tiranía de la brevedad, hasta podrían estar trufadas de ideas profundas y reflexiones elaboradas. Los encuentros cara a cara, hoy amenazados por la pantalla omnipresente, recuperarían su trono.
Vamos con otro elemento esencial: la televisión. Esa ventana con la que hemos crecido y a la que prestas tanta atención como a tu pareja el primer mes de relación. Imagina por un momento que esa cajita que te ha mostrado el mundo desde que se inventó, se apagase. La forma en que consumimos información y entretenimiento se transformaría radicalmente. Las familias, en lugar de devorar imágenes, hora tras hora, se sentarían alrededor de la mesa para devorar las líneas de un libro, compartir juegos de mesa o simplemente conversar. La radio y los periódicos recuperarían su papel protagónico en la orquesta informativa y la ausencia de la tele podría abrirnos a una vida más activa, donde las calles se llenarían transeúntes y las mentes se servirían de otras herramientas para su entretenimiento.
Y qué opinan de la desaparición de Internet. El ritmo de nuestras vidas se ralentizaría. El trabajo, salpicado constantemente de correos electrónicos y llamadas, se transformaría en una profesión artesanal, más pausada, donde las reuniones presenciales y las conversaciones telefónicas serían el escenario principal. La búsqueda de información, inmediata como un chaparrón, se convertiría en una aventura de idas y venidas por las bibliotecas y la Larousse de tu casa. Olvídense también de las compras online, las redes sociales y el streaming de contenido. Esas opciones que nos brinda el mundo virtual, se cancelarían, invitándonos a redescubrir las tiendas físicas, los encuentros cara a cara y el contacto directo con las personas. Y si esto no les gusta, ¿qué opinan de dejar de recibir llamadas a la hora de la siesta porque su nombre aparece en un listado perverso al que usted aceptó pertenecer cuando solo quería leer una noticia en Internet? En este mundo inventado, también podríamos disfrutar de una mayor privacidad, un refugio seguro donde nuestras ideas y datos personales estarían a salvo de miradas indiscretas.
Y llegamos al turno de esos portátiles que caben en un bolsillo. Piense por un momento que su teléfono móvil, ese agujero negro que nos absorbe, desapareciese. La ausencia del móvil podría liberarnos de la tiranía de las notificaciones, permitiéndonos vivir el momento, disfrutando de las interacciones cara a cara sin la distracción constante de mensajes y llamadas. ¡Si hasta podríamos disfrutar de un concierto sin tener que grabarlo! Las reuniones y eventos sociales se transformarían en auténticas experiencias, donde la atención se concentraría solo en las personas que nos rodean.
Sin duda la tecnología ha traído consigo innumerables beneficios pero también ha creado nuevas dependencias y desafíos. Vaya por delante que no soy una negacionista de la misma. No me veo sentada en el salón de casa haciendo punto de cruz como único entretenimiento al estilo Los Bridgerton- aunque ellos de vida aburrida, nada de nada-. Solo me planteo como sería mi vida sin. Me gusta considerar otras posibilidades y sobre todo, me interesa aprovechar lo mejor de ambos mundos. ¿O no?