OPINIÓN
K-Pop de Llano y P-Man
Mil vidas que viviese no le quitarían esa peste de encima a Pemán
Muchos carnavaleros parecen haber descubierto quién fue Queipo de Llano, o incluso han sabido de su miserable existencia, por la copla que le dedicó Martínez Ares la otra noche. Muchos que se declaran antifascistas, progresistas, feministas, ecologistas y todos los 'istas' que manda la doxa ... dominante que hay que ser para ser buena persona e ir con los tiempos que se quedan boquiabiertos al saber, en el año 23 del siglo XXI, que hubo durante la Guerra Civil y el Franquismo un militar sádico, cínico y sanguinario que se enseñoreó y ensañó desde Sevilla con 'las pobres gentes de Andalucía'.
«Vino, ay, de Tordesillas
De alancear el toro de la vega
Hasta la misma Sevilla
Con la garrocha asesina y torera»
Ahora resulta que Queipo es popular, es tendencia en Twitter: ¡K-Pop de Llano! A buenas horas. Y se llevan las manos a la cabeza, ay, estos carnavaleros, al saber que hasta hace 4 meses su tumba estaba protegida bajo la mesa camilla de San Gil y custodiada por los armaos de La Macarena. Tampoco sabrán, claro, que La Maca luce a modo de galones unas mariquitas o esmeraldas que le trajo el torero Gallito, devoto de la Virgen, a la vuelta de hacer las Américas. Y se espantarán también, porque la tauromaquia, para estas bellas personas del mundo del carnaval es otra 'red flag'.
Hay algo de lo que uno no se arrepiente en esta vida y es haber leído un poquito. De ahí, por las lecturas, sé algo de la vida del tal Gonzalo Queipo de Llano y no tiene que venir Martínez Ares con una información sacada de Wikipedia, mas cosida con maestría a la música de un pasodoble, para iluminarme.
Yo he pisado las lápidas de Queipo y su señora antes de que los exhumaran. Y no es que haya bailado sobre sus tumbas como dice la terrible expresión popular, sino que al estar el mármol de estas al mismo nivel que el resto del suelo de la basílica y sin ninguna protección, lo normal es que al acercarte por curiosidad a leer los epitafios pisaras parte del sepulcro.
De K-Pop he sabido, leyendo la magnífica biografía que Antonio Burgos escribe de Curro Romero, que este, el faraón de Camas, cuando chaval trabajó en Gambogaz ‒la tremenda finca sevillana que se expropió Gonzalín por sus santos huevos‒ al servicio de los De Llano, por donde el militarote se paseaba a caballo como buen terrateniente. También que una de las grandes fosas comunes hispalenses es la de Pico de Reja, donde este carnicero mandó cadáveres del otro bando a paladas como si fuese un gran vertedero.
Este también fue partícipe, o mejor dicho artífice, de La Desbandá, esa huida masiva del pueblo malagueño por la carretera de Almería y que en su huida fueron bombardeados por la aviación alemana dirigida por nuestro Queipo. Lo cuenta con maestría el malacitano Luis Merlo en su libro homónimo.
Estuvo, evidentemente, implicado K-Pop en el fusilamiento de Blas Infante, al que dan en llamar padre de la patria andaluza, en la carretera de Carmona. Y en fin, en un sinfín de atrocidades más. Aunque por lo que más se destacó, lo que más le caracterizó, fue su lengua afilada y su voz aguardentosa arengando a los nacionales y burlándose de 'los rojos' por las ondas de Unión Radio Sevilla.
Cuentan que al tomar Sevilla 'de las garras' del frente popular mandaba desfilar la misma tropa de regulares por sus calles una y otra vez para que diese impresión de que eran más. Sacar músculo, como se dice.
Encaja Martínez Ares con acierto en su pasodoble, antes de que rompa el trio, un irónico «antes de los lindos versos, ay, ay, de José María Pemán». Y es que nuestro paisano no estuvo donde tuvo que estar cuando tuvo que estar. Algo que jamás se le podría perdonar, aquella connivencia con el régimen en sus tiempos más tenebrosos y el dejarse utilizar como punta de la pluma de Franco. Mil vidas que viviese no le quitarían esa peste de encima a Pemán.