El ciclismo en Cádiz
Lo más parecido a un ciclista profesional que tenemos hoy día es el teniente de alcalde Martín Vila, promotor del carril-Kichi y escalador con perilla, a lo Marco Pantani
Cádiz capital no tiene lo que se suele llamar «una gran tradición ciclista»: aquí no hay peñas dedicadas al Chava Jiménez como en Riosa o El Barraco sino a Fletilla y a Paco Alba, lo más parecido que tenemos al Angliru es la Cuesta de ... Jabonería, el único maillot amarillo es la camiseta del Cádiz y nuestro Perico Delgado local es La Uchi, que en Paz descanse.
Es cierto que de aquí han salido y han finalizado etapas de La Vuelta. Recuerdo una vez de niños, que estábamos en la playa y nos subimos a ver pasar a Miguel Induráin por el Paseo Marítimo –Miguelón nunca ganó La Vuelta– y lo que vimos fue a la serpiente multicolor qué pasó en un santiamén haciendo '¡fiuuum!', como una foto en movimiento.
Cuando estaba de becario en Radio Cádiz tuve la suerte de asistir a una presentación de la ronda española en el Palacio de Congresos y retratarme con mi ídolo, Alejandro Valverde. Al siguiente año, partió de aquí una etapa, creo que salían desde el portaviones Juan Carlos I, y al ser salida neutralizada pudimos apreciar esta vez sí, a los corredores con detalle desfilando por lo que era la Avenida Fernández Ladreda.
Si ampliamos el plano a la provincia, encontramos un gran campeón olímpico en Chiclana: Moreno Periñán, que se colgó la medalla de oro en la prueba del kilómetro en pista de Barcelona'92. También contamos con Juan José Lobato, 'El Guepardo de Trebujena', quien milita en el Euskaltel y que, además de haber corrido las tres grandes vueltas, tiene unas cuantas victorias de parciales en carreras de segunda y tercera categoría.
Hubo alguno más, como Sergio Carrasco 'Poliche', hijo de Puerto Serrano, que corrió La Vuelta en 2010 y 2012, teniendo el honor de terminar último clasificado en la general en su primera participación. Algo que no es baladí: en la Italia de posguerra se peleaban por quedar colista en el Giro y hacerse con la prestigiosa 'maglia nera': que le pregunten al peculiar Luigi Malabrocca y sus astucias con tal de llegar el último a meta dentro del control, claro.
Recojo esto del diario EL MUNDO: «Acurrucado en un pozo, con la bicicleta tapada en un matorral. Escondido en un granero. Oculto entre los robles de un bosque. De cháchara en un bar tomando vino. Pescando truchas. Cruzando la meta en una bicicleta de niño. Hubo un tiempo en el que la derrota era un arte.»
En fin, volviendo a La Tacita, el caso es que lo más parecido a un ciclista profesional que tenemos hoy día es el teniente de alcalde Martín Vila, promotor del carril-Kichi y escalador con perilla, a lo Marco Pantani. Dice un informe reciente de la Asamblea Ciclista Bahía de Cádiz, que gracias a Primoz Kichi y a Tadej Vila ha habido una subida de más del 21% de usuarios del carril bici gaditano.
Pero yo no me creo ná. En Cádiz hay mucho flojo/a y mucho gordo/a, empezando por el Alcalde, al que ponía yo a subir cuestas del 21% de pendiente, como a las que se enfrentaron ayer en el Tour en la Planche des Belles Filles, para que quemara las salchipapas de al lao del Falla y los bocadillos de pollo con patatas fritas del Corralón que se tiene que meter el 'gachón' entre pecho y espalda.
¿21%? Seguro que más de uno/a va con el motorcito escondío en el cuadro de la bici como Chris Froome cuando hacía el molinillo subiendo el Ventoux. Ya digo que en Cádiz sólo han dado pedales la Uchi, mi tío José cuando se podían alquilar los hidropedales o patines en La Victoria y los que se ha cogío más de un corista en la carpa de carnaval. Eso sí que han sido grandes pedales.