La Zona Franca pendiente
La reforma del polígono exterior es una asignatura suspendida demasiadas veces durante demasiados años
Tiene mucho de gesto simbólico presentar un nuevo contenedor de empresas en esta parte del mundo, con índices de paro tercermundistas desde hace décadas, y en los tiempos que corren. Simplemente, porque supone una declaración de intenciones, de arrojo, de esperanza en una mejora de ... los baremos socioeconómicos que hablan peor de nosotros como sociedad. Viene a decir que los promotores del espacio entienden que hay empresas necesitadas e interesadas, que hay actividad para dotar de sentido y contenido ese lugar que acaban de ofrecer. Eso sucede con cierta frecuencia en la Zona Franca de Cádiz. El Consorcio es concebido por administraciones, e incluso ciudadanos, como uno de los pocos motores fiables que le quedan a la economía, empresarial e industrial, de toda la Bahía de Cádiz. El hecho de que presente cualquier novedad, más o menos llamativa, suele suponer un golpe en la mesa, un ejercicio de confianza en el presente y en el futuro.
Pero, además, de tener fe en la recuperación económica es necesaria, imprescindible, una continuidad en los pequeños avances y la fiabilidad que sólo aportan las promesas cumplidas. Por eso, es preciso fijar como prioridad que cada anuncio de nueva empresa, cada reparación –como ayer– de una nave abandonada sólo es el primer paso de muchos. Como ejemplo claro de esta falta de constancia aparecen los años –demasiados– con la reforma integral del polígono exterior pendiente. Esa amalgama de naves que alguna vez fue definida, incluso institucionalmente, como «chabolismo industrial». Se prolonguen o no los síntomas de mejoría en lo financiero, en lo económico, que se han percibido en los últimos tres años es buena idea prepararse, mantener el rumbo firme y los remos activos para la próxima década. La nave colectiva de los gaditanos ha avanzado pero necesita una velocidad de crucero para poder crear y repartir riqueza. Para eso necesita motores y Zona Franca debe ser uno de ellos.
Esa sensación que transmiten los responsables en cada presentación, en cada inauguración, necesita el respaldo de planes más amplios como la transformación del entorno del recinto exterior. Apenas hay más velas para mover la ciudad. Una de las mayores no puede estar tantos años con tantos desperfectos.