Y ahora, ¿qué?

La gente se ha quitado las máscaras posicionándose de tal manera que cualquier boquete se ha convertido en trinchera

Yolanda Vallejo

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Los que somos de natural antipáticos –los tímidos nos llama una conocida– hemos vivido prácticamente dos años en la antesala del paraíso de los antipáticos –o tímidos. Sin tener que dar besos, sin dar abrazos, sin estrechar manos blandas, manteniendo distancias y sin vernos en ... la obligación de saludar por la calle, con la excusa de que las mascarillas nos impedían reconocer al prójimo. Un gustazo, para qué le voy a engañar, al que solo le he encontrado ventajas. La mascarilla me ha impedido oír bien y hablar bien durante veinticuatro largos meses, es cierto; pero también me ha permitido observar discreta e indiscretamente al personal sin necesidad de disimulo. Y no me ha pasado solo a mí, lo sé. Que todos llevamos dentro a una portera chismosa co un curso acelerado de redes sociales y que el supuesto anonimato del pc o del móvil se ha trasladado a lo redondo de la calle.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación