Opinión

La vida secreta de las palabras

Nuestra manera de hablar nos define, pero no por el acento ni siquiera por la fonética, nos define por el vocabulario que conforma nuestro imaginario colectivo

Yolanda Vallejo

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Utilizo, siempre que puedo, el título de la película de Isabel Coixet –de la que solo me gusta el título- porque estoy convencida de que las palabras tienen vida propia; o mejor dicho, estoy convencida de que somos a través de las palabras que decimos ... y que es nuestro vocabulario el que realmente nos define. Estamos hechos de palabras y más allá del significado y del significante, las palabras tienen un ciclo vital que transcurre en paralelo a la sociedad que las utiliza. Nacen, crecen, se reproducen y solo mueren aquellas que desechamos, o aquellas que terminan instalándose en una memoria secundaria y que, cuando menos lo esperamos, salen a nuestro encuentro recordándonos no lo que significan, sino cuánto han significado para nosotros. Esa, y no otra, es la vida secreta de las palabras, la que nos traslada en el tiempo a la casa de la abuela donde las cosas se decían de determinada manera, o nos lleva de vuelta al colegio o nos pasea de la mano de aquel primer novio, o del segundo o del tercero.

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