Obituario
El último puente
Con lo discreto que eres y la noche que has elegido para irte, Juan, la noche más grande del Carnaval
Tan temprano madrugó la madrugada, que este “Cádiz de nuestros amores” como a ti te gusta llamarlo se ha levantado rara en este raro domingo de Coros. Con lo discreto que eres y la noche que has elegido para irte, Juan, la noche más grande del Carnaval que tanto y tan bien nos has contado durante tantos años a través de ese micrófono que es mucho más que una herramienta de trabajo. El micrófono que es a la vez tu voz, tus palabras, tus ojos y tu corazón en el Falla, en la puerta de San Francisco oliendo a azahares de Semana Santa, en las buenas noticias, y en las no tan buenas, que durante décadas han sido la banda sonora de esta ciudad. Mira que con todo lo que tú has hablado de Cádiz y hoy es todo Cádiz la que está hablando de ti, para que veas que tienes razón en eso que me dices a menudo, en que este Cádiz “tanto nos quiere”. Y por eso sé que todos –sin excepción, y eso es difícil en esta ciudad, Juan, y tú lo sabes- hablarán de tu bondad, de tu profesionalidad, de tu humildad, de tu sencillez, de tu naturalidad, de tu templanza, de tu amor incondicional a Mónica, de tu sentido de la amistad, y hasta de esa retranca que no todo el mundo veía, pero que ahí estaba y ahí la dejabas, para quien quisiera.
Pero yo hoy, que te pienso, y que te llevo pensando desde que me avisaron de tu partida, solo quiero hablar de tu generosidad, Juan. De esa generosidad que te ha hecho más grande de lo que tú te piensas, porque solo la gente que es grande –de verdad- es capaz de alegrarse, de preocuparse, de entristecerse, de acordarse de los demás. No nos hemos faltado en cumpleaños, santos y fiestas de guardar y tú, además, no me has faltado cada domingo, ni cada premio, ni cada publicación, ni cada intervención en cualquier medio de comunicación, ni cada cumpleaños de mis hijos… ni cada Carnaval en los que tu generosidad me ha permitido estar –como becaria del becario de Vejer-, comentando a tu vera la comparsa de don Antonio y recordando tu participación en el peor coro de la historia del concurso. Ojú, Juan, hasta para “Los concertistas” has sido tan generoso… Se me va a hacer raro esto, Juan. La última vez que estuvimos juntos en el Falla no fue en Carnaval, sino retransmitiendo el saludo de los Reyes Magos a la ciudad, ¿te acuerdas? Me dijiste que, a la próxima, estaríamos en el palco esperando lo nuevo de Martínez Ares, yo con mis nervios, tú con tu generosidad extrema, los dos con la misma ilusión.
Te voy a contar una cosa, de esas que yo te cuento y a ti tanta gracia te hacen. Mi niño chico salió anoche por primera vez, vestido de pirata –me hizo plancharle el disfraz, no te lo pierdas, Juan- y no me ha contestado ni una sola vez, el puñetero, a los mensajes que le he ido poniendo, que ya sabes cómo somos las madres “niño, ¿estás bien?”, “ten cuidaíto”… nada, el niño sin contestar. A las cuatro de la madrugada me ha escrito el niño: “mamá, ¿te has enterado de lo de Manzorro?” ¡Ay, Juan!
“Cuando llegue ese río, cruzaremos ese puente” has dicho en muchas ocasiones en este último año. Hoy has cruzado el último puente, el que todavía no te tocaba, temprano levantó la muerte el vuelo… tan temprano que aún no sé cómo va a amanecer esta ciudad sin ti.
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