República o palomitas

«Maduro, que hasta hace cuatro días, defendía a Putin y arremetía contra EE UU, no ha tenido ningún problema en ponerse al lado de los yankis»

Si no fuera porque existe el recurso de amparo a que nadie escarmienta en cabeza ajena, cabría pensar que somos todos unos descerebrados, irresponsables, incapaces de coger un libro de historia y de repasar los primeros cuarenta años del siglo XX. Pero, ya le digo, ... por aquello de que los errores, las equivocaciones y las adversidades siempre son de los otros, aquí estamos con las palomitas asistiendo a la vida en directo, como si la vida no fuese con nosotros. Ya nos pasó hace justo dos años, cuando Wuhan y el pangolín nos daban para unas risas y para justificarnos con la distancia y el olvido. Claro está que la venda en los ojos no nos dejaba ver lo que estaba pasando más allá de nuestro ombligo y la culpa –siempre- era del reguetón, por no decir otra cosa. Que si las manifestaciones, que si los mítines, que si el levante, que si… El papel higiénico de entonces es el aceite de girasol de ahora. Malgastadores de harina y aprovechadores de afrecho los llamaba mi abuela, que vivió locamente sus años veinte y lloró amargamente todo lo que vino después. Pero no me quiero poner apocalíptica, sino más bien integrada –citar a Eco siempre queda bien- y por eso me integro plenamente en la vorágine informativa que nos engulle y nos hace aun más frágiles de lo que somos.

Si no fuera tan cierto, lo podría haber dicho Gila «¿Es la guerra? Que verá, que estaba aquí pensando que podríamos coger unos aviones de los nuestros, pintarles la bandera china y a los pilotos ponerles dos fixos en los ojos y que bombardeen Rusia. ¿Cómo? ¿Qué se daría cuenta el enemigo? Pues metemos chinos de verdad en los aviones, que aquí tenemos muchos», podría ser, ¿verdad? Lo triste es que no lo ha dicho Gila, sino el que hasta antesdeayer gobernaba los Estados Unidos –y puede que lo vuelva a hacer-, que ante sus palmeros republicanos decía sin ningún tipo de pudor que, poniéndole la bandera china a los aviones F-22 se podría bombardear intensamente a Rusia y «luego empiezan a pelearse entre ellos y nos sentamos y observamos». Tal cual. Sus palmeros, al parecer, se lo tomaron con humor, pero como decía Gila –y esto sí que lo decía en serio- «El humor es el espejo donde se refleja lo estúpido del ser humano».

Así que no sé hasta qué punto hay que tomarse con humor todo lo que está pasando. La anunciada huelga de transportistas que «en tres días provocaría un desabastecimiento generalizado» nos coge entrenados. Esta semana ya faltaban productos de primera necesidad en los supermercados, y la subida de precios se notaba más de la cuenta; avisan –porque no son traidores- que lo peor está por llegar y hasta las zapaterías aconsejan abastecerse para el próximo invierno antes de que los precios se disparen. El pan, el aceite, la gasolina se suman a la lista de productos que se encarecen desorbitadamente, y Borrell nos invita a que reduzcamos el consumo de gas en las casas, porque un grado menos de temperatura es apenas nada y porque «los refugiados pasan mucho más frío» –que también es verdad. La solidaridad es lo que tiene, que al final el que no se consuela es porque no quiere. Mire la que nos espera con el recibo de la luz. Y con la pertinaz sequía que seca los pantanos. Al final, sin gas, sin luz, sin agua, sin pan y sin zapatos, con un mundo en guerra y una pandemia solapada, siempre nos quedará el espejo de la estupidez para echarnos unas risas.

Maduro, que hasta hace cuatro días, defendía abiertamente a Putin y arremetía contra Estados Unidos, al que consideraba culpable del conflicto bélico, no ha tenido ningún problema en ponerse al lado de los yankis en tono poético con «allí estaban las banderas de Estados Unidos y de Venezuela, y se veían bonitas las dos banderas»… no le voy a decir lo que pienso de las banderas, pero sí le diré que todo me parece un mamarracho. Tan mamarracho como el llamamiento a la consulta popular a la que estamos convocados los gaditanos –y gaditanas- el próximo 14 de mayo y en la que podremos votar si queremos Monarquía o República. Un tema, que como usted y yo sabemos, es de los que más preocupan en esta ciudad sin presupuestos, con una bronca interna en el equipo de gobierno y con una casa sin barrer donde las pelusas ya no pueden esconderse bajo las alfombras.

«Esta consulta –dicen los organizadores- no es vinculante, pero es una vía de expresión y un acto democrático con el que, además, ejerceremos nuestro derecho a decidir sobre lo que nos incumbe». Pues genial. Porque si no es vinculante, si no sirve para nada porque haría falta una modificación de la Constitución, y si el resultado de la consulta lo mismo da, que da lo mismo, mañana podremos organizar otro referéndum sobre el sexo de los ángeles o sobre la vida extraterrestre.

Qué quiere que le diga, que me parecería estupendo que se abriese un debate serio en este país sobre el sistema de gobierno y que se explicara –porque creo que no está muy claro- que una república también puede ser derechas, de extrema derecha, incluso. Que repúblicas eran la Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini, y los Estados Unidos de Donald Trump, el que quiere mandar aviones con chinos de mentira para bombardear Rusia. Saque las palomitas.

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