La procesión va por dentro

Hay que recordarle a nuestros dirigentes que quien ha puesto cuartos de baño en algunas viviendas del barrio de la Viña ha sido una cofradía.

Hay cosas que, como el valor al ejército, se presuponen. Y en ese ejercicio de presunción se olvidan, muchas veces, la vocación, el esfuerzo y el trabajo; se diluyen los conceptos y se confunden la devoción –nunca mejor dicho- con la obligación , el ... compromiso con la exigencia, convirtiendo en deber y rutina lo que no debería dejar de ser un acto de generosidad y de solidaridad con el otro.

A las hermandades y cofradías se les presupone el servicio a los demás, el ejercicio de la caridad sin límites, como si el dinero les cayera del cielo –perdón por el chiste fácil-, o como si las casas de hermandad fuesen fábricas de billetes, sin pensar que detrás de cada acción, de cada actividad, de cada iniciativa hay montones de personas que con su tiempo, sus horas, su esfuerzo, su dedicación y sus aportaciones económicas hacen posible lo que muchas administraciones siguen considerando imposible, por decirlo de una manera elegante.

Durante este año, tan duro, lo han demostrado con creces . Mientras el mundo que conocíamos se nos iba desdibujando; mientras la única manera de permanecer a salvo del virus pasaba por el aislamiento y la distancia, las hermandades y cofradías han demostrado que hay pocas cosas imposibles y han seguido trabajando, de manera constante, para paliar las necesidades de sus vecinos y vecinas. Para pagar la luz y el agua de quien ya no podía más; para ayudar en las tareas escolares a los niños y niñas de los que nadie se acordaba –y a los que nos les tocó una tablet de las del Ayuntamiento-, para llevar una bolsa de alimentos a quien estaba solo, para echar una mano con la administración electrónica al que dependía de una conexión para pedir un subsidio, para acercar medicinas a los enfermos, para hacer una llamada de teléfono y simplemente decir «¿estás bien?».

Las hermandades y cofradías han vuelto a demostrar que son mucho más que bordados, plata y flores y un cortejo procesional envuelto en inciensos y excesos devocionales . Y, aunque le pese a muchos, son una parte esencial en los cuidados asistenciales de nuestra ciudad y generan empleo en muchos sectores económicos.

La crisis económica derivada de las restricciones sanitarias ha sacudido a artistas, a carnavaleros, a hosteleros… y pocas son las ayudas que reciben por parte de nuestros gobernantes. Pero también ha sacudido a floristas, a cereros, a agrupaciones musicales, a costureras, a imagineros, a bordadores, a carpinteros… que tienen depositados en la Semana Santa parte de sus ingresos anuales y gran parte de su producción.

La crisis sanitaria no hace distinciones de ningún tipo. No pregunta si eres de izquierdas, de derechas, ateo o creyente . Todo se lo ha llevado por delante. Pero en el caso de las hermandades y cofradías han seguido llevando a cabo su labor asistencial, a pesar de la merma de ingresos en las cuotas de los hermanos, con la misma entrega y dedicación.

Por eso, que una formación política de nuestro Ayuntamiento cuestione y rechace las subvenciones municipales a las cofradías «por inapropiadas en un contexto de dificultades económicas por parte de la población» denota no solo ignorancia, sino desprecio por el trabajo que llevan a cabo las hermandades .

Lo que le decía al principio, hay cosas que se presuponen. Por eso, hay que recordarlas, de vez en cuando, y recordarle, no solo a esta formación política, sino a muchos de nuestros dirigentes, que quien ha puesto cuartos de baño en algunas viviendas del barrio de la Viña ha sido una cofradía .

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