Política jonda
Como no tenemos principios, nos consolamos con aquello de que el fin justifica los medios, y así nos pasamos la vida, justificándonos
Yo pensaba que era adquirir un compromiso y cumplirlo. Política con raíces, con cimientos. Pero se ve que no
![Yolanda Vallejo: Política jonda](https://s2.abcstatics.com/media/opinion/2022/03/20/v/kichi-vila-kYLI--1248x698@abc.jpg)
Resulta que las siete plagas de Egipto fueron en realidad diez, un montón de bichos -ranas, piojos, moscas-, muerte de todo el ganado, tinieblas y oscuridad, granizo, lluvia de fuego, y por último la muerte de todos los primogénitos egipcios. Yo prefería que fueran siete, ... la verdad, más que nada por aquello de que siete eran también los enanitos y los cabritillos y los colores del arcoiris, y los hijos de los Von Trapp y me resultaba todo como muy poético. Pero las cosas son así, ahora resulta que son diez, y de las diez plagas bíblicas pocas son las que nos quedan por padecer… Esta semana, no llegó la sangre al río ni la calima a nuestra ciudad, pero el ambiente ha estado igual de enrarecido y el horizonte igual de oscuro. Volvemos a las andadas, a arrasar en los supermercados, a llenar las despensas y los depósitos de gasolina, a tachar de la lista de la compra todo lo que no hay; y subimos la apuesta, poniendo a los refugiados ucranianos encima del tapete. Que si está bien recogerlos, que si está mal, que si las mafias rusas -las mafias rusas sirven para un roto y para un descosido-, que si mandamos comida, que si mejor dinero, que si hay refugiados de primera y refugiados de segunda, en fin; lo normal en un mundo que va como pollo descabezado y se enreda en cualquier parte.
También eran diez las señales con las que el Apocalipsis marcaba el fin del mundo, precedidas de sus cuatro jinetes, ya sabe, la conquista, la guerra, -estos dos ya los tenemos encima- el hambre -este casi que también- y la muerte. Y con siete trompetas anunciando las señales para que nadie se despiste. Si los cálculos no me fallan, hemos pasado de nivel y vamos por la sexta señal, ya solo nos quedan la llamarada solar, que ya está asomando, el asteoride, el Némesis y el hasta aquí hemos llegado. A veces pienso que he visto muchas películas de catástrofes -con Morgan Freeman como artista invitado despidiendo a la humanidad con su God Bless América- y a veces pienso que he visto muchos telediarios. A veces, ni siquiera pienso. El mayor temor de la humanidad sigue siendo que el cielo caiga sobre nuestras cabezas y por eso nos entretenemos mirando al suelo, como si la realidad saliera de las alcantarillas.
Aunque pensándolo bien, no puede salir de otro sitio. Como no tenemos principios, nos consolamos con aquello de que el fin justifica los medios, y así nos pasamos la vida, justificándonos. Justificando las peleas internas del equipo de gobierno local, justificando los presupuestos, justificando la indexación del recibo de la luz -verá usted el mes que viene-, justificando las concesiones a la oposición… debe ser eso lo de la política “jonda” que decía el asesor de nuestro alcalde en su planto de despedida. Como concepto, política jonda me parece todo un hallazgo, algo que deberíamos patentar como marca de la casa. Porque no es lo mismo hacer política en superficie -que no superficial-, a la luz del día y a la vista de todos, que hacerla en lo “jondo”, que es como escarbar en los pilares de la Tierra.
He pensado mucho en la política jonda esta semana. Tanto, que he llegado a la conclusión de que no sé lo que es. Tampoco me preocupa mucho, porque últimamente no entiendo nada y espero que alguien lo explique para sumarme a su criterio, como si Solomon Asch me estuviera examinando. En tiempos de tribulación, ya sabe, lo mejor es no moverse porque puede que hasta salga en la foto y la foto la cuelguen en las redes sociales y luego le persiga la huella digital hasta que suene la última trompeta del Apocalipis. No sé qué es la política jonda.
Yo pensaba que era la política con raíces, con cimientos, pero luego he visto que Lidia Falcón sigue haciendo bolos con Vox -lo de San Fernando no es la primera vez, y mucho me temo que no será la última- y tonteando con la derecha de Agustín Rosety y ya pues, no sé que pensar, la verdad. Seguro que ella tiene sus principios, pero se ve que tiene otros más de repuesto, por si acaso. Yo pensaba que la política jonda era la que iba directamente a los problemas que afectan a los vecinos -y vecinas- y que no se quedaba en lo más insustancial, pero luego he visto que Teresa Rodríguez está muy indignada porque Macarena Olona “pretenda ser andaluza” y se vista de flamenca. Yo creía que el andalucismo era otra cosa, se ve que no he entendido nada, porque leo a la líder de Adelante Andalucía hablar de nacionalismos de cuna y me acuerdo de que ella se presentó a las elecciones andaluzas por Málaga -pero no se vistió de malagueña, ni se puso a bailar verdiales- , aunque tiene muy claro que “yo no me iría a las fiestas de Alicante a vestirme de alicantina”. Yo tampoco, en eso coincidimos.
Yo pensaba que la política jonda era adquirir un compromiso y cumplirlo. Pero se ve que no. Cuando se te tiene la vida a disposición de la ciudad, pasan estas cosas. Que puede que sí, o puede que no, o que todo dependa de cómo vaya de trompetas el Apocalipsis. Al final, tenían razón los galos con lo del cielo sobre nuestras cabezas, ¡están locos estos romanos!