Yo no ha hecho
Este año, ya lo sabe, no habrá carpa en Carnaval
![Yolanda Vallejo: Yo no ha hecho](https://s3.abcstatics.com/media/opinion/2022/05/22/v/carpa-carnaval-kSYE--1248x698@abc.jpg)
Caín salió a su padre. Lo mismo tenía los ojos o la boca de Eva, no lo sabemos, pero el carácter era el de Adán, de eso no hay dudas. No hace falta que le cuente la historia, entre otras cosas porque es la historia ... de siempre; cuando vienen mal dadas, la culpa siempre es de los demás, de la mujer que me diste como compañera, de este hermano que todo lo hace bien… y como no había mucha más gente en el mundo, muerto Abel, todos –y todas- tenemos muchas papeletas para que la genética, o la costumbre nos hayan honrado -o deshonrado- con la herencia cainita, es decir, con una maravillosa habilidad para buscar –y encontrar- a los responsables de nuestra ineficacia (por usar un término menos preciso que inutilidad, que sería lo correcto). Que llego tarde, la culpa es del tráfico, o del autobús, o de la gente que anda muy lenta por la calle Compañía; que no apruebo un examen, es del maestro que me tiene manía, que cae en picado la natalidad y apenas hay niños pero no sabemos gestionarlo, es responsabilidad de los colegios concertados. Y sume y siga porque siempre encontrará un roto al que ponerle el parche de la culpa. Siempre el “yo no ha hecho”, que de tantos apuros nos ha sacado.
Este año, ya lo sabe, no habrá carpa en Carnaval. Se veía venir, dirá usted, porque llevábamos un mes dándole vueltas a una piedra de molino con la que era muy difícil comulgar. La obra eterna de los terrenos anexos a la Aduana impedía la instalación de la carpa donde venía siendo habitual –habitual en los últimos años, después de haber dado más vueltas que Moret-, y el Ayuntamiento acordaba una nueva ubicación en los «terrenos de la muralla del Parque de Ondalla» –reconózcalo, usted tampoco sabía que aquello se llamaba así. La licitación, con un canon de salida de noventa mil euros, solicitaba a los interesados un estudio acústico así como la garantía de ventilación preceptiva y la obligación de que los altavoces estuviesen orientados al mar. Cosas más raras se han visto. El caso es que los vecinos protestaron –normal-, los usuarios de los aparcamientos protestaron –normal-, la oposición mostró sus más que razonables dudas –normal- y los medios de comunicación dieron buena o mala cuenta de ello, como es normal. Nada que no entrase en el guión.
Y sin embargo, a pesar de que en 2020 habían sido cuatro las empresas que optaron a la oferta municipal para hacerse con la gestión y explotación de la carpa, en esta ocasión, en la del carnaval fuera de plazo, el concurso ha quedado desierto porque «ningún empresario se ha atrevido a presentarse». Suele pasar cuando los montes se ponen de parto. Nos hemos pasado un mes intentando aprovechar el afrecho sin darnos cuenta de que habíamos desperdiciado toda la harina buscando un culpable. Verá, el problema no es la alarma vecinal, ni la participación ciudadana, ni los aparcamientos, ni la saturación acústica, ni el boicot –qué maravillosa palabra- de la oposición, ni «las ansias recaudatorias del Ayuntamiento», ni «el triple salto mortal a la ineptitud» de los responsables –es lo que dice la oposición, por eso lo entrecomillo-, ni siquiera está el problema en si la carpa, y todo lo que ella implica, es un elemento «propio de la fiesta» –de cualquier fiesta, no solo de Cádiz- o no.
A veces la solución al problema es mucho más fácil que su enunciado. Póngase por un momento los zapatos de un empresario –no es sencillo, le advierto- que hubiese tenido interés en la explotación de la carpa, más allá del precio público de la licitación y más allá de la ubicación y las normas exigidas. Vaya a lo más simple. La carpa, salvo deshonrosas excepciones, se nutre de la gente más joven, la que apura cada noche –sea lunes o jueves- con Sebastián Yatra, Chanel o lo que se encarte, y de la que viene en autobuses de la provincia o más allá. Un público que, o está estudiando en estas fechas tan entrañables para la Selectividad o las convocatorias universitarias, o está de feria en sus localidades y no tiene mucha intención de venir a Cádiz por mucho Cádiz y su Carnaval que sea. Todas las decisiones tienen sus consecuencias, y no hay que rasgarse las vestiduras por ello, porque si las circunstancias no cuadran, las cuentas no salen, ni para el empresario ni para el lucero del alba. ¿Qué es más fácil hablar de conspiraciones, alarmas, de cosas raras, y de que la culpa es del chachachá? Pues sí, para qué le voy a decir otra cosa. Al fin y al cabo, ya lo decía el poeta, seguimos siendo “un trozo de planeta por donde cruza errante la sombra de Caín”.
Y lo de la carpa me vale también para Valcárcel y su rocambolesca historia universitaria, me vale para las próximas elecciones autonómicas y hasta me vale para el concurso de agrupaciones del Falla, no piense que lo de echarle la culpa a otro es exclusivo de nuestro Ayuntamiento.
Adán y Eva tuvieron más hijos, pero la fama se la llevó el mayor. A los demás solo les quedó lo de cardar la lana, y lo de cargar con la culpa, que para eso eran los niños chicos.