HOJA ROJA
Una milonga
Ahí viene Torrot con su cántaro en la cabeza, ¿lo recuerda? Claro que lo recuerda

Tan poco dura la alegría en la casa del pobre, que la noticia no nos ha cogido por sorpresa. Acostumbrados, como estamos, a que la Lechera venga, de cuando en cuando, a contarnos lo de los pollos, el cochino, la vaca y los terneros, lo ... normal es que veamos antes la leche derramada que el propio cántaro. Y es que este cántaro ha ido tantas veces a la fuente, que se sabe el camino de memoria.
Ahí está la foto, o mejor dicho, ahí está el álbum completo que se remonta hasta octubre de 2017 cuando nuestro alcalde señalaba que la llegada de Torrot a la ciudad no solo generaría “doscientos empleos”, sino que supondría “un baño de realidad” –de realidad, dice- en relación al posicionamiento municipal por la industria y el empleo “estable y de calidad, sostenible y sostenido en el tiempo”.
Ahí viene Torrot con su cántaro en la cabeza, ¿lo recuerda? Claro que lo recuerda. Y también recuerda como un mes más tarde, en Milán, se presentaba el prototipo del velocípedo que se iba a fabricar en Cádiz a partir de 2018. Sí, hombre, una presentación que nos ponía en el centro mismo del mundo industrial, porque la fabricación del vehículo ni podía ni debía ser en otro sitio ya que, como anunciaba a bombo y platillo el entonces consejero de la empresa, el primer velocípedo español había sido fabricado en Cádiz por un herrero en el siglo XIX –lástima que todo lo bueno nos pasó antes del siglo XX- y la historia nos lo debía. Dos siglos más tarde, volvían a ponerse en marcha los engranajes necesarios para en nuestra ciudad comenzara a fabricar –y a qué ritmo- un moderno velocípedo, de una tecnología tan última que ya nunca volveríamos a ser los mismos.
Incluso Carbures , que en aquella época era el trasunto del rey Midas, iba a fabricar la estructura externa de un vehículo eléctrico de tres ruedas, cubierto y con dos plazas, sostenible, conectado al teléfono móvil del usuario y con una autonomía de cien kilómetros, que estaba llamado a convertirse en nuestra hada madrina.
Haríamos velocípedos a un ritmo vertiginoso; las primeras motillos estarían dando vueltas en septiembre de 2018, gracias una inversión de 16 millones de euros que garantizaban la creación de 200 puestos de trabajo garantizados por la alta demanda de velocípedos que existía en el mercado.
Así, en aquel 2018 serían tres mil unidades las que fabricaríamos, cinco mil en 2019, ocho mil en 2020 y, por fin, 16.000 unidades en 2021, año en el que la vaca estaría a punto de parir sus terneros. Por eso, cuando hace justo un año se presentaba la HomeTECH Torrot IC 4.0 en la antigua fábrica de Altadis y nos contaban lo del espacio multifuncional de 5.000 metros cuadrados donde se combinarían “cadenas de montaje robotizadas y semirobotizadas”, y lo de la inversión millonaria que Torrot haría en nuestra tierra, fuimos incapaces de ver el mejor detalle de la foto: la presentación y todo su ringo rango se hizo a las puertas de la supuesta fábrica porque el acceso al interior era inviable. Allí estaban todos, o casi todos, alcalde, consejeros, viceconsejeros, delegados y subdelegados del gobierno y de Zona Franca, rector magnífico, diputados… Todos llenos de orgullo y satisfacción, pero haciendo equilibrios para salir en la foto. “Con este pensamiento, enajenada brinca de manera, que a su salto violento, el cántaro cayó ¡Pobre Lechera!”, que diría Samaniego, y la leche comenzó a derramarse.
En septiembre del año pasado nos dimos cuenta de que la obra de la factoría llevaba parada más de tres meses y de que la empresa responsable había vendido un 60% de sus activos a una compañía austriaca. También empezamos a darnos cuenta de que el dinero invertido por el Gobierno Central y las promesas de la Junta de Andalucía estaban como el amor, en el aire. Hablaban de contratiempos técnicos –signifique lo que signifique lo de contratiempos técnicos- pero los trozos de cántaro ya asomaban por debajo de la puerta y cada vez era más difícil esconderlos. El pasado jueves lo que era un secreto a voces, dejó de serlo. La inversión de Torrot en la Bahía se esfumaba y la factoría de Salt, en Gerona, se hacía cargo de la fabricación del velocípedo –si es que algún día se llegara a fabricar.
El sueño de los Contreras, del alcalde y de muchos gaditanos se convertía en la misma pesadilla de siempre . Tantas veces hemos pasado por aquí, que ni siquiera las declaraciones del director general de la empresa, José Antonio Lombardía, nos han sorprendido demasiado. Torrot da carpetazo a la ciudad de Cádiz; adiós fábrica, adiós pollos, adiós, empleos, adiós vaca, adiós, velocípedo, adiós ternero… y otra vez la cruda realidad. La culpa es del PSOE, la culpa es del PP, la culpa es de regatón.“¿Hay expectativas de Torrot en Cádiz?” le preguntaba Javier Rodríguez en una entrevista para LA VOZ DE CÁDIZ, a lo que Lombardía contestaba “Sería absurdo contar una milonga. No” Pues eso. Otra milonga para colgar en la pared de los trofeos, y a seguir viviendo. Que tenga usted un Carnaval con final feliz