Maricón

Pintamos los bancos de colores y ponemos muñequitos en los semáforos, pero seguimos siendo el mismo país homófobo

Yolanda Vallejo

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Es muy fácil decir que Samuel Luiz, el joven asesinado de una paliza brutal la semana pasada, estaba en el sitio equivocado y a la hora equivocada. Es muy fácil decir que los jóvenes andan jugando con el fuego de los dioses pensando que no ... quema. Es muy fácil ventilar las habitaciones cerrando la puerta e improvisar disculpas. Tal vez porque lo más fácil es decir que todo ha sido una equivocación, un malentendido por parte del agresor, por parte de la víctima y su acompañante, por parte de los que intentaron socorrerlo, por parte de las autoridades, por parte de los manifestantes que se echaron a la calle, y en definitiva, por parte de la sociedad. Nadie tiene derecho a quitarle la vida a otra persona, ni siquiera por una equivocación. Y si a todos nos parece una aberración que haya alguien que reaccione de manera tan violenta y desmedida ante lo que considera un ataque a su intimidad, lo que no se entiende es que en este país sigan pasando cosas así.

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